281. DIAGRAMA DE VENN
- Pajas Bravas
- 17 may 2020
- 6 Min. de lectura
Con todo este “Home schooling”, resulta que ando refrescando mucha información que fui guardando en el lóbulo trasero del cerebro, donde se almacenan datos inútiles.
Igual, convengamos que mi cerebro no es el sitio más ordenado de mi cuerpo. De golpe me acuerdo de memoria las estaciones de subte línea D desde Juramento hasta Catedral, los nueve miembros de la Primera Junta de Gobierno (y sus cargos) o los libros de la Biblia del Antiguo Testamento cronológicamente. Pero se me pasaron los cumpleaños de dos de mis hijos y, aunque hago panqueques cada dos días, tengo que googlear la receta. Es rarísimo.
Bueno, retomo el tema del “Home Schooling”. No sin antes detenerme un segundo en el sonido de la palabra. “Home Schooling”. ¡¡Que amistoso suena!! El “HOME” es lo primero que me viene a la cabeza. Aroma a pan recién horneado. Manteca y miel. La frazada de mi abuela. Un hogar prendido y leños en una canasta. Hasta puedo ver el felpudo en la entrada que dice “Home Schooling, Sweet Home Schooling”. ¿Y “SCHOOLING”? La doble “o” es simpática y tiene esa terminación “ing” tan inocente y aniñada que te dan ganas de alquilar un inflable y brincar tarareando “Arramsamsam Arramsamsam Schooling Schooling Schooling Schooling Arramsamsam”.
Que no nos engañen, Señores!! “Home Schooling” es invento de los cerebros del márketing de países del primer mundo y emergentes. ¿O acaso nos cuentan de qué hablan cuando se junta el Grupo del G20? No, no tenemos idea. Estoy segura que esto fue tema de discusión. Cuanto más real es “Escuela en cautiverio”, y estos capos lo sabían. ¿Qué hicieron? Nos metieron merenguitos en el término para endulzarnos.
Bueno, como les decía, en todo esto de acompañar tan amorosamente a mis hijos en la escolarización, algunos datos del lóbulo trasero del cerebro se movieron y el óxido cayó.
- Por ejemplo: la descuartización de la oración, más comúnmente conocida como “análisis sintáctico”. Una cirugía a cielo abierto y todas las vísceras y complementos circunstanciales al aire. Hermoso.
- Pitágoras, otra. Una de las fórmulas más sencillas de aprender pero para la diaria es bastante improductivo. La única vez que me crucé con una hipotenusa en mi vida, estaba en Martínez. Diagonal Salta. ¿Y? ¿Qué hacemos? ¿La camino ida y vuelta y la comparo con la ida y vuelta de Juncal y Beruti? ¿Y si no forman un ángulo recto? Y si demuestro que Pythagoras of Samos (otro dato inútil) tiene razón, ¿liberan la cuarentena? No. Entonces sigo por Diagonal Salta.
- La Tabla Periódica y la disposición de los elementos químicos ordenados por su número atómico, su configuración de electrones y sus propiedades químicas son el génesis del segundo cajón de mi cocina. Conseguí un montón de frasquitos, los llené de diferentes sustancias químicas, y los ordené de acuerdo a su reacción y propiedades. Así es como tengo al grupo de los nobles de gránulo pequeño: ají molido, pimentón, masala, curry, pimienta y comino. El segundo grupo lo componen los elementos más arenosos: orégano, cilantro, provenzal, laurel, tomillo, romero, eneldo y estragón. El tercero, los que te convencen que comes sano: sésamo, girasol, lino, pasas de uvas, bayas de goji, y frutos secos. Y el cuarto grupo, sobornos para que hagan la tarea: cacao, vainilla, gomitas, merenguitos, rocklets, y mierditas.
- Ufff, otra noción que uso a diario, la fórmula cuadrática. Si supieran las veces que voy por la vida diciendo: Marcos está muerto de sueño, pero el pañal no sé si aguanta la siesta. Dejame que hago la fórmula: menos “B” más menos raíz cuadrada de “B” al cuadrado menos cuatro “A” por “C” dividido dos “A”. Al “A” le adjudico la cantidad de agua que tomó en el almuerzo, al “B” el tiempo que va a dormir y al “C” el pis que ya tiene en el pañal. Listo.
Pero hay un dato inútil que cobró relevancia en esta cuarentena. Y válgame que lo hizo.
El diagrama de Venn.
¿Se acuerdan lo que era? El más conocido son tres círculos entrelazados. Casi como el símbolo de Audi, pero en pesos. Y las uniones eran cosas que tenían en común los diferentes conjuntos.
Para mí Venn no era matemático. Era un padre en cuarentena. ¿Qué sabemos de él? Poco y nada. Tal vez lo hablan en el Grupo del G20, pero para los mortales solamente desarrolló un diagrama.
Según lo que pude encontrar, el Diagrama de Venn consistente en dos o más áreas circulares que representan sendos conjuntos (totalidad de elementos que tienen una característica común) que se interseccionan y que comparten los subconjuntos representados por las áreas comunes.
Un quilombo de entender. Déjenme que los ilumine. El tipo quería cenar en paz. Había notado que, en cuarentena, los diferentes conjuntos que comprendían su hogar se iban aislando y lo que quería era estimular las relaciones entre los miembros de su familia. Entendió que debía encontrar temas de interés en común para incentivar, por ejemplo, la charla. Tomó una pluma, la embebió en tinta, y trazó tres círculos. Un crack.
Ahora es mi turno. Tracé seis círculos. Uno por cada miembro de mi familia. A Alaska la dejé afuera. Tal vez es con la que más comparto intereses, pero no quiero verlo reflejado en un diagrama.
Mi marido lleva 58 días fabricando un sillón con dos tablones de lapacho que tenía tirados en el jardín hace más de dos años. Compró cuero y ahora está cociéndolo. Es Eugenio Aguirre y es (literal) de lo único que habla. Ojo, también escucha la agonía de Alberto Merlo y todos nos encerramos bajo llave por miedo al contagio. Yo tengo mis días. A veces hablo de los cachorros y otras, de lo harta que estoy de la cocina y de la tabla periódica de elementos químicos que tengo en el segundo cajón de mi cocina. También de mi pelo hablo seguido. De los cachorros… ahhhh eso ya lo dije. Mi hijo mayor solamente salía del cuarto para pedirnos polvo decolorante de cabello y agua oxigenada. Nos ganó por cansancio. Ya se platinó el pelo y no sale más del cuarto salvo excepciones. De lo único que piensa es en su sexto año y en la desgracia de no poder disfrutarlo. El segundo está de novio. Listo. Corcho despotrica a diestra y siniestra contra la tarea. Quiere jugar a la Play o ver Netflix. Pelea con sus hermanos mayores por todo, salvo por la novia del segundo. Marcos come la comida de Alaska, pide cambio de pañal, y avisa llorando cuando tiene sueño, hambre o frío.
Algunas intersecciones son factibles de llenar. Sobre todo entre Alaska y yo. Ahhhh, a Alaska la dejé afuera. Bueno, entre mi marido y yo: el Whisky y el coronavirus. El coronavirus también le preocupa a Corcho, pero no a los adolescentes. La cuarentena me jode a mí y a mi hijo de sexto año. Al que está de novio no se le puede hablar salvo de la posibilidad de verla a la novia. Marcos y Corcho se bañan juntos, ¿tal vez eso es tema en común? Ahhh no, no es un “tema”. El vaciamiento de la heladera es un asunto recurrente entre los dos adolescentes y yo, pero tenemos enfoques diferentes.
Otras intersecciones son muy difíciles de llenar. Hay que ponerle “huevos”, dirían los chicos. Sentarse cómo quien no quiere la cosa y de golpe tirar un: “como me comería un chocolate”… por ejemplo. A ver si pica. Pero dependiendo del receptor del mensaje, podría degollar la intención de diálogo con un: “¿Tenes uno? No, ¿no? Entonces no sé para qué sacas el tema”. Y listo. Ni “chocolate” puedo poner en algunas intersecciones.
Ahora bien, como ven este tema me apasionó y llevo semanas estudiándolo. Me preocupaba mucho el llenado de las uniones. Sabiendo que alimento a mi familia con harinas, quería sentir que algo bien hacía y entender la dinámica específica de este diagrama familiar.
¡¿Qué carajo pongo en la intersección de los seis conjuntos?!
Hace cinco noches que no duermo pensando en eso. Algo tiene que atravesarnos a los seis, para bien o para mal. Pero algo tiene que existir. No puede ser que seamos una familia sin un hilo conductor, un factor que resulte una constante y que nos aúna a todos en deleite o fastidio. Y esa fue la clave. El fastidio.
Home Schooling.

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