260. LA DESPEDIDA

-¿¿Yyyyyy?? ¿Cómo estás? ¿Fue dura la despedida?

- Durísima.

-¿En serio? ¿Tan duro fue?

-No te das una idea…

-Te voy a confesar que cada tanto quisiera despedirlo también… por un rato aunque sea. Soy mala, ¿no?

Dos mujeres. Dos realidades. Dos verdades.

-Bueno, pará, te cuento… Desayunamos juntos y tipo 10 hs llegó el remise. Lo ayudé a llevar sus valijas, metimos todo en el baúl y nos despedimos con un beso. Te juro que hacía tiempo que no nos besábamos con tanto cariño. Lo vi meterse en el auto y, así como si nada, el remisero puso primera y el auto se alejó. Me quedé un rato largo, medio en trance, mirando cómo se lo llevaban. Finalmente, a las tres cuadras, el auto giró en la esquina y ya no lo vi más…

-Ufff… que duro. Pero vas a ver que dos semanas pasan rápido, y cuando menos lo esperás…

-Nooo, pará. No me entendes. ¿Sabes lo que es que se haya ido? ¿Sabes lo bien que fluye todo en la casa cuando él no está?

-Jajaja. ¿Me estás jodiendo? Si es un amor…

-Seeee, un amor. Pero es como tener un hijo más…

-¿En serio?

-Cada mañana es la misma historia. Suena el despertador y salgo corriendo porque tengo que despertar y vestir a mis dos pichones, hacer el desayuno, las viandas y después volver al cuarto y encontrarme al muerto durmiendo en coma inducido. No sabés lo que esss…

-Pará. Peor es el mío…

-Imposible. Mariano es incapaz…

-¿Quéééé? Vos no lo conoces… El pibe apaga la alarma y se levanta para…

-Vessss… se levanta. ¿Qué te digo? SE LEVANTA. ¡¿Sabes lo que es eso?!

-Pero pará. Se levanta porque tiene que poner en remojo su yerba uruguaya, ¿entendes? Después se corta su kiwi y su banana y se sienta en silencio, solo, él en su mundo lleno de esperanza, a homenajear su desayuno.

-‘Ta bien, pero no tenes que vestirlo. Yo tengo que tirarlo de la cama a empujones y prácticamente vestirlo junto con los chicos… y como si fuera poco, todas las mañanas, la misma pregunta: “Che, gorda, ¿tenes idea donde está el cinturón blanco con moco verde?”, o “Gorda, ¿viste las botas de lluvia que no uso hace doce años?”… Te juro que se me salen los ojos de la órbita. No lo puedo creer. Todas las mañanas la misma historia...

-Y decile que no. Que no tenes la más p… idea y listo.

-Nahhh, ¿qué te pensas? ¿Qué es así de fácil? El pibe es un verdugo. Va por los cuartos abriendo los armarios y sacando tooooooda la ropa, las sábanas, las toallas, tooooodo lo que YO ordeno buscando su maldito no sé… el traje de astronauta, el esmoquin de su casamiento, la tarjeta de Blockbuster, la raqueta de bádminton… Te juro que es de locos.

-Lo maaaaato. Y,¿qué haces?

-Nada. ¿Qué voy a hacer? Dejo de atarle los cordones a mis chiquitos y salgo eyectada a buscar la porquería que necesita antes de que me de vuelta la casa, ¿entendes?

-Bueno pará. Mariano apoya el culo en el asiento y listo. Mientras yo voy y vengo por la casa subrayando líneas imaginarias hasta quedarme sin tinta, el tipo mezcla su yogurcito natural, con la granola, el kiwi, la banana, las bayas de goji, todo engrapado a la silla.

-¿¿Las bayas de qué?? Jaja

-Bayas de goji!! ¿Me seguís? BAYAS DE GOJI. Son unas mierditas chiquitas color rojo furioso que se deben cosechar en Kenya y las importan solo para Mariano. Y mientras él espera que se hinche su yerba, yo estoy poniendo la notita en el cuaderno, haciendo las tostadas, retando al grande por la sanción, suplicándole al chiquito que se ponga el buzo y batiendo a Sofi en brazos para que se calme. Te juro que lo miro mezclando su mix de vida eterna y me dan ganas de matarlo. Llenar el rifle con las bayas estas pedorras y llenarle la cara de perdigones rojos furiosos... Te juro. Su ritual fit me oxida…

-‘Ta bien, pero por lo menos no tenes que hacerle el desayuno a él también, ¿me entendes? ¿Me crees si te digo que le preparo el Nesquik? Te lo juro. Se lo tengo que hacer porque sino se lo hace a la hora que tiene que estar llevando a los chicos al colegio. Cuando él está, los chicos SIEMPRE llegan tarde… explicame eso…

-Los míos también, ¿qué te pensas? Mariano termina su desayuno, se desatornilla de la silla, se lava los dientes y grita desde la puerta: “ME VOOOOY”. Así. Te juro, no exagero. Y después agrega para limitar su responsabilidad: “El que no esté listo, se queda”. Yo me quedo pasmada pensando “Qué carajo hago tan mal”. Simplemente no lo puedo creer. ¿Entendes? Así como despega el culo de la silla del comedor con la mayor impunidad, va y apoya el culo en el asiento del auto a esperar. Yo no sé qué piensa, que el ganado sale por magnetismo. Tenes que verme, es una escena demencial. Dejo a Sofi en la cuna batida a punto chantilly, a los gritos arreo a la borregada hacia afuera, con los dientes afuera les doy plata y llaves a los grandes, la vianda al chiquito, la promesa de un mañana mejor a todos y le clavo una mirada colmada de odio al Ser Supremo que me regala una boca llena de dientes sonrientes desde el interior de su nirvana. “Chau Amor, que tengas un buen día!”, me dice. ¿Me crees? Con esa bienaventuranza salgo arando a mi trabajo porque siempre llego tarde. ¿Cómo puede algo flotar tan plácidamente sobre aguas tan turbias y agitadas? Te juro, no lo entiendo…

-Jajaja, me matas con tu cuento. Igual, lo prefiero al canario de tu marido que al mórbido de Sebastián…

-Jaja ¿Y entonces por qué te costó tanto la despedida?

-Me costó porque no se iba más…

-O sea que cuando el auto dobló en la esquina, vos ya diste vuelta la página…

-¿¿Cuándo dobló el auto?? Noooo, cuando ya no entendía las letras de la patente. Me quedé parada para asegurarme de que no volviera.

#Mujeres #Hombres #Humor