top of page

259. EL PROPIO PESO DEL MENHIR

  • Pajas Bravas
  • 10 ago 2018
  • 5 Min. de lectura

Tuve una visión.

Vi una enrome escalera mecánica en caracol que ascendía. Los escalones eran de oro y las barandas de mármol de carrara italiano. Yo subía vestida de blanco y cargaba en mis espaldas un gigantesco menhir que era el propio peso de mi vida. El menhir era colosal pero lo soportaba sin dificultad. Al llegar arriba, y con “arriba” me refiero al más arriba de los "arribaes", me senté a esperar entre nubes. Bajé la mirada y vi una carpetita con la siguiente leyenda: “Encuesta de calidad de vida”.

Calificaremos la siguiente encuesta entre un rango del 1 al 5, donde 5 es muy satisfactorio y 1 es nada satisfactorio.

1. ¿Cómo calificaría el desempeño del papel interpretó durante su vida?

Bueno, me costó mucho calificarme en mi rol de mujer, esposa, madre, hija, nieta… fue difícil mirarme en tercera persona, pero atrevida como soy me puse un 5. Después de todo, había vivido dignamente, había sido lo mejor que pude dentro de mis posibilidades y creo haber actuado de buena fe siempre.

2. ¿Cuán feliz ha sido en toda su vida?

Ufff, acá me detuve un minuto. No quería apurarme. Pensé en cada evento que me llevó a ser quien terminé siendo, por supuesto incluyendo la muerte de mi hija. Y en una barrida por todos aquellos años deduje que efectivamente había sido enormemente feliz. Me hubiera puesto un 5, pero le dediqué un punto entero a Carola y me puse un 4.

3. ¿Cuán pesado se ha vuelto el menhir que ha transportado en sus espaldas toda su vida? (Siendo 5 un peso insoportable y 1 un almohadón de vellón siliconado)

Lo miré y me sorprendió lo enorme que se había vuelto. Pero para ser sincera, su peso era tolerable. Mi cuerpo había ido adaptándose a su carga y se había ido acostumbrado a transportarlo. Le puse un 2.

4. Si pudiera cuantificar el dolor, ¿cuánto considera que ha sufrido durante toda su vida? (Siendo 5 un dolor abusivo e intolerable y 1 una uña encarnada)

No pude contestar. Sentí que el 5 no reflejaba ni mínimamente lo que por momentos creía haber tenido que soportar. Furiosa con la encuesta, decidí dejar este punto en blanco y pedí a gritos el libro de quejas.

Así fue como me bajaron de un empujón y descendí por la enorme escalera mecánica en caracol a los tumbos y caí desparramada en mi vida nuevamente.

De niña nadie me invitó a tomar un Nesquick y me dijo que la vida sería tan dura. Nadie. Pero corrían otros tiempos en aquellos días de mi infancia. El dialogo con los padres era menos fluido y creo no estar equivocándome al decir que no había tanta contención como la que hoy hay. Fue esta visión la que me activó la alarma. ¿El péndulo no estará balanceándose hacia el otro extremo? ¿No nos estaremos equivocando un poquito?

A mí nadie me dijo que la vida podía volverse tan pesada. Nadie. Y tampoco me dijeron que todo siempre pasa y que yo puedo soportarlo porque los seres humanos tenemos más fuerza de la que suponemos. Y si no, miremos a Immaculée, Malala Yousafzai o Anna Frank por citar solamente tres. Mujeres que han soportado menhires imposibles de imaginar. Y sin embargo ahí están, siendo ejemplos de resiliencia a través de sus testimonios de vida.

Si bien yo no he llevado menhires tan pesados, por momentos creí que no podría soportar el mío. Pero lo hice. Y por eso amo mi menhir y mi vida en particular, con todos sus bemoles, porque hoy sé que soy el resultado de cada tormento que padecí. Porque gracias a ellos, y porque pude atravesarlos con el peso de su carga, es que pude resurgir.

Nadie me dijo lo que se sufre siendo madre. Nadie.

¿Qué? ¿¿Qué si me duele ver a uno de mis hijos sufrir?? PUFFFFFFFFFF.

- No quiero ir al colegio…

- Vas a ir, asique ponete el uniforme…

- Nooooo… por favor. No quiero irrrr…

- Gordito, a ver contame, ¿qué pasa? ¿Por qué no queres ir?

- Porque nadie quiere jugar conmigo… buaaaahhhh… estoy solo en todos los recreos…

Con un torniquete en la garganta tengo dos opciones. O lo meto dentro de mi vientre nuevamente y arremeto contra el colegio, contra los padres y contra los chicos esos que lo hacen sufrir a mi tesorito, o le doy herramientas y le pido que tome su menhir y lo lleve consigo al colegio. Esas son las opciones.

Que ganas de llevarle la carga, ¿no? ¡Qué tentación! Seguro que su pequeño menhir es liviano para nosotros los adultos, ¿no? ¿No es eso lo que pensamos? Una discusión con amigos, una pavada…

Bueno, ¡NO! No es una pavada. Ese menhir pesa tanto como el nuestro. Y es suyo. Él tiene que llevarlo, para acostumbrarse a su peso, para aprender a cargarlo, para abrazarlo. Sus problemas son tan tormentosos para él como los míos son para mí.

Yo recuerdo con más dolor mis años en la primaria y todo el hostigamiento que sufrí, que la partida de Carola. Y no frenen las rotativas, no estoy desvariando. Lo voy a repetir: "Realmente recuerdo con más pesar mis días de colegio que el vuelo de mi hermosa mariposa". Porque en aquel momento, mi menhir era pequeño a los ojos de mis padres, pero era inmensamente pesado para mí. Y trasportarlo me fortaleció. Otro menhir pesado fue aquella mañana en que un hombre abusó de mí en Córdoba. Eso también le echó peso a mi roca. Fue muy difícil cargarlo (y lo sigue siendo por momentos), pero como decía al principio, uno siempre puede cargar el peso de su propio menhir.

¿Qué será de un hombre al que le cargaron su pequeño gran menhir de chico, hoy que lo desvincularon de la empresa? ¿Cómo hará aquella mujer para atravesar el divorcio, ella que jamás trasportó su roca de niña? ¿Estarán listos para soportar el peso de la vida?

No tengo las respuestas. Y déjenme decirles que a diario me tiento al ver a mis hijos afligidos cargando sus rocas. Quisiera ayudarlos sujetando los menhires con sogas y poleas para que piensen que los están cargando pero que sus pesos sean cien veces menor. Podría mandar una nota al profesor mintiendo por mi hijo, podría hacerlo faltar, podría llamar a la mamá de Fulano para amenazar a su hijo, podría esconder la muerte de su amada bisabuela un tiempo... podría pero no. Sé que la vida puede volverse muy pesada por momentos y quiero que sus brazos hayan ejercitado lo suficiente y puedan soportarla.

- Gordito mirá, vamos a hacer una cosa, vos vas a ir al colegio quieras o no. Lo que te ofrezco es que lleves la pelota así los invitas vos a tus amigos a que jueguen en el recreo. ¿Qué te parece? Y esta tarde te voy a invitar un Nesquick para que charlemos… hay algo que quiero contarte.

 
 
 

Comments


¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

Recipe Exchange @ 9pm!

Temas Relacionados
También en Facebook
  • Facebook Basic Black

Pajas Bravas  en Facebook

Mis Sponsors

© 2023 by My Weight Lost Journey. Proudly Created with Wix.com

bottom of page