top of page

250. JUAN

  • Pajas Bravas
  • 14 sept 2017
  • 4 Min. de lectura

Queridísima Legión!

Estoy desaparecida porque tuve un problema y se los quiero contar. Hace casi veinte días, un muchacho de quince años le pegó dos trompadas a mi hijo mayor, fracturándole la órbita del ojo y hundiéndoselo. Tuvimos que operarlo de urgencia para reparar el daño y ubicar su ojo nuevamente en su lugar. Esto fue duro, pero mucho más duro es lo que sigue…

El muchacho que lo agredió a mi hijo tiene quince años. Me he cansado de escuchar estas tres frases:

- Tiene solamente quince años, no sabe lo que hace. - A esa edad no miden su fuerza. - Pobre pibe, que mala suerte venir a romperle el ojo así a tu hijo.

Las tres afirmaciones son ciertas. Las tres se ajustan a la verdad: tiene solo quince, no midió su fuerza, y tuvo una enorme cuota de mala suerte.

¿Se hubiera podido sacar algo bueno de todo esto? Por supuesto que sí. Porque de TODO en la vida se puede sacar algo bueno. Si, en lugar de haber estado las nueve horas internados en la Trinidad masticando broncas, nos hubieran dicho que los padres y el muchacho en cuestión estaban esperando en la guardia para saber cómo seguía mi hijo, para solidarizarse y ponerse a disposición, seguramente hubiera existido una charla en la que hubiéramos sanado todos. Pero esto no sucedió y todos perdimos la enorme oportunidad de sacar lo bueno de todo esto.

Abro un segundo un paréntesis: Esto que cuento es lo que yo hubiera esperado porque es de la manera en que hubiéramos actuado mi marido y yo. No lo digo como catedrática, lo cuento porque nos pasó hace poco más de un mes. Este mismo hijo mío cometió una falta con un compañero, y así como nos enteramos, llamamos a los dos padres para pedirles perdón y lo llevamos a la casa de su amigo para que él diera la cara y se disculpara personalmente. Porque mi hijo también tiene solamente quince años, y tampoco midió las consecuencias, y también tuvo una gran cuota de mala suerte. Sin embargo, al haberse hecho responsable y haber pedido el perdón correspondiente, mi hijo y su amigo han entablado una lindísima relación y creo que ese evento tuvo mucho que ver. Porque sacamos algo bueno de lo malo, y porque todos sanamos.

En este caso, no solo el muchacho sigue sin hacerse cargo de sus actos, sino que sus padres lo apañan. Ahora resulta que el chico dice que mi hijo le pegó primero.

Ahora sí, ahora me enojé. Y enojada soy horrible.

De todas las personas que conozco en esta vida, justo ese hijo mío es el más bondadoso de todos. De chiquito nos asombraba lo honesto que era. Era la gran virtud que destacaban en el colegio: “Juancho nunca miente”, dice un diploma que ganó en primaria. De hecho, algo que lo hace enojar al extremo, es justamente la mentira.

Una sola vez tuve que preguntarle a Juan: “Juancho, te lo voy a preguntar una sola vez, porque me alcanza y me sobra… ¿Vos le pegaste a este chico?”. “Mamá, ni lo toqué”.

Listo.

Por supuesto que han aparecido una decena de testigos que atestiguan esto mismo que cuenta mi hijo. Pero no me hace falta. Juan me lo había dicho antes.

Nada bueno sale de algo malo a lo que no se le pudo sacar algo bueno. Entonces, estamos frente a un pobre chico que solamente tiene quince años, que tiene más fuerza de la que supone, y que además no estaría teniendo una racha de suerte, y a quien no le han dado la posibilidad de sanar. Porque sus actos tienen consecuencias, pero mayor consecuencia tienen los actos de los verdaderos responsables que son sus padres.

Para cerrar, quiero describir un poquito a Juan. Al día siguiente de las trompadas, fuimos a ver al Dr. Devoto para conocer su opinión. En cuanto vio las imágenes de la tomografía, nos dijo que la operación era imperiosa. Y al salir, le pedí a Juancho que me acompañara a sentarme en el Café Martinez en la esquina de Montevideo y Vicente López. Necesitaba respirar.

- ¿Escuchaste lo que dijo en cirujano, mamá? -¿Eh? -¿Qué si escuchaste lo que dijo? -Si Juan, claro que escuché. Ahora dame un minuto que necesito pensar… -¿Qué te pido? ¿Un café con leche y medialunas? -Ehhh, dale… lo que quieras…

Me quedé con la mirada perdida en la plaza. Miraba por la ventana y veía pasar a las personas, sin activar el full screen ni el HD, solo figuras que andaban a distintas velocidades.

-Ay mamá, cambiá la cara… -No puedo Juan. Dejame que se me va a pasar… -Pero, ¿lo escuchaste al cirujano? -Siiii Juannnn, lo escuché al cirujano. Que tenés fracturada la órbita del ojo, que la fractura es “inusualmente grande”, que tenes el ojo hundido, que tenemos que operarte de urgencia… lo escuché todo, Juan… -No mamá, Devoto dijo que no perdí el ojo de milagro, entendes?

Y tenía razón. Ese es Juan.

 
 
 

Comments


¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

Recipe Exchange @ 9pm!

Temas Relacionados
También en Facebook
  • Facebook Basic Black

Pajas Bravas  en Facebook

Mis Sponsors

© 2023 by My Weight Lost Journey. Proudly Created with Wix.com

bottom of page