239. PEQUEÑOS INQUISIDORES
- Pajas Bravas
- 27 mar 2017
- 3 Min. de lectura
239. PEQUEÑOS INQUISIDORES - Ma, ¿cuál ez el nombre de Jesús? Lo que parecía un vaso de capacidad ilimitada, aparentemente quedaría lleno con las miles de gotitas inquisidoras de este último tiempo. Esta pregunta habría sido la que completara el vaso. Al parecer, la semana pasada habría sido una semana intensa en el Jardín de Infantes. Arrancamos con un discurso que abordaba puntos elementales, tales como el bien y el mal, la amistad, lecciones de vida, el trencito, reflexiones y conclusiones metafísicas. - … ez que estábamos haziendo un tren, y yo estaba atráz de él, y me colé… - ¡¿Te colaste, Corcho?! ¿Te parece que está bien eso? - No… ¿y sabez qué? - ¿Qué? - Que con la maeztra que hablaba de Jesús, ¿sabéz que le pasó? - ¿Qué le pasó? - Dijo que Jesús… ze pone triste cuando “los” peleamos… - ¿Dijo eso? - Ziiii… y cuando nos mordemos ze pone muuuy triste… - Uyyy… y entonces, ¿qué pasó? - Nos peleamos… Claro, muy bonita la explicación de la maestra que hablaba de Jesús y su tristeza, pero la realidad no siempre guarda armonía con lo hermoso de la exhortación. Y en este caso en particular, el frenazo de la lección no contuvo la embestida. Un poquito más áspero, pero con igual tonalidad devota, el jueves tuve otra de estas charlas existenciales. Claro está que uno no siempre está en condiciones de elegir el momento ni el escenario ideal para aclarar dudas de tamaña densidad. Si así fuera, no hubiera estado acuclillada en el baño a centímetros del rostro colorado de Corcho esperando el desenlace de lo esperable. Yo soy de las personas que cree que el mundo debe frenar cuando un niño pregunta ya que no vuelve a repetir la incertidumbre dos veces, y la colosal oportunidad que nos es dada de ser testigos del recorrido de su mente también se desvanece. Cada pregunta es una joyita, y sumergirnos en sus cavilaciones es nuestra fortuna. Un poco cursi, pero la cursilería desaparece cuando los vuelvo a meter en el baño nuevamente, aquel escenario que no pudo esperar. Así estábamos, yo acuclillada como una adolescente (adoleciendo mis rodillas), y él con sus bracitos apoyados sobre las piernitas, en posición de trípode, que a su vez utilizaba para sostener la cabeza. Con los cachetes un tanto derretidos sobre sus manitos, y el pantalón enrollado casi al final de su ser, de esta manera me escupió la pregunta: - Ma, ¿Carola murió con toda la zangre? - ¿¿Qué?? - ¿Qué zi Carola murió con toda la zangre por el costado? - Noooo, Corcho… Carola se quedó dormidita porque estaba enferma. - Ahhhhh… Jesús zí ze murió con toda la zangre en el costado… - Ehhh, si… lo de Jesús fue distinto. Eso fue muy feo, lo de Carola no. Ella… - ¡¿Y cómo fue Carola al zielo?! - Ella fue al cielo de la mano de su amigo, Jesús. - ¿Por qué ze fue con Jesús? - Porque es su amigo… - ¿Y no ez mi amigo también? - ¡Siiiiii, obvio Corcho! Jesús es tu amigo, y es mi amigo, y es el amigo de… - ¿Y cómo ze fueron al zielo? - Subieron en una especie de vuelo suave como el de una mariposa… - ¿¿¿VOLANDO??? - Ehhh, si… - Ahhhh, ¡¡¡ALTOS CRACKS!!! Que mi tesoro de cinco años utilice la palabra “crack” en un arranque desenfrenado de admiración total, ciertamente me eriza los pelos. Y, siendo completamente sincera, quise obviarla y buscar un sinónimo para no escandalizar, pero no encontré ninguna traducción que se asemeje a semejante exclamación. Por supuesto que ya reprendí a los dos mayores pidiéndoles que tuvieran cuidado con el vocabulario que utilizan frente al pequeño parlante portátil. De esta intervención, pasamos a la de anoche, cuatro de la mañana para ser exactos. A mi niño le dolía la garganta. Nos levantamos y fuimos a calentar una leche con miel. Y en la oscuridad cerrada de la madrugada, una charla somnolienta. Con el resoplido del microondas de fondo, otra intervención magistral y la evocación de su íntimo amigo… - Ma, ¿cómo ze llama Jesús? - Ehhh… Jesús.. - ¿Jesús ez su nombre? - Sí, gordito. A ver, pasame la miel… - ¿Y cuál ez su apellido? Ahora sí, con el vaso lleno, esta gota rebalsó. Todo muy bonito, los niños, sus dudas, sus escenarios, sus horarios. Todo muy lindo, frenar el mundo para contestarles y zambullirse en sus océanos intelectuales y espirituales. Todo fantástico. Pero ya lo dije una vez, y lo vuelvo a repetir… yo no resisto archivos. - ¿Qué gordo? - ¡¿Qué cuál ez el apellido de Jesús?! - No sé, gordo. Preguntale a tu maestra…
Comments