top of page

199. EL MISTERIO DE LA NAVIDAD

  • Pajas Bravas
  • 20 dic 2015
  • 2 Min. de lectura

La Navidad tiene ese “no sé qué” que creo poder explicar. Para quienes no me conocen, les cuento que soy mamá de tres varones y de Carola. Mi hija partió hace cinco años. Hace un tiempo logré ponerle nombre a las tres fechas que aniquilan mi ánimo. Las llamé “Fechas Chernobyl” por sus fuerzas de destrucción, y son: la fecha de nacimiento y partida de Carola, y la Navidad. Aunque de todas, la que se viene es la peor. Pero, ¿por qué? La Navidad tiene “ese no sé qué” que, a los que somos rengos del corazón, nos pega con fuerza. Los villancicos, la nieve, los renos, los paquetes y los pinitos decorados son solo parte del problema. La alegría en el ambiente, la reunión familiar y la superficialidad en general, también colabora en alguna medida. Pero finalmente entendí que yo soy mi propio peso que me tira hacia abajo. En otras palabras, el gran problema que tiene la Navidad, soy yo. Para el cumpleaños de Carola y para la fecha en que mi mariposa voló, tengo un grupito compacto de amigas que no lo olvidan y consagran esos días honrándola al recordarla. Sin bien las defensas bajan, se vuelven tolerables. En cambio, a la Navidad, la embisto con fuerza y sin casco. De manera totalmente inconsciente (hasta hoy), diciembre se vuelve un sacrificio que ofrezco en su nombre sin que nadie lo exija, salvo yo. Voluntariamente y de mil amores, me voy preparando para sufrir. Todos mis pensamientos giran en torno a mi hija, o mejor dicho, a su ausencia. El vestido que no podré ponerle, las trencitas que no podré hacerle, los regalos a mis sobrinitas que roen mis huesos, el champagne rosé que decido comprar en su nombre y que bebo solemnemente canonizando a mi bebita, son solo algunos de los ejemplos. Porque eso es lo que hago. En esta fecha tan emblemática, levanto la mirada hacia el cielo, vuelvo a entender que la familia está incompleta, vuelvo a lamentarme y a angustiarme, digiero nuevamente todo lo sucedido y lleno mi doliente copa de champagne para sobrellevar su partida y mi alma mocha. Yo soy mi propia melancolía navideña. Ahora lo veo con claridad. No es culpa del resto del mundo, ni del niñito Jesús, ni de la alegría en la calle, o el consumismo, o el Marketing, ni del mismísimo Papá Noel. La que decide bajar las defensas y permite que los recuerdos ataquen y atraviesen la muralla, es la misma que se pasa el año reforzando la fortificación que me protege para no volverme vulnerable a su memoria. ¿Está mal que esto suceda? ¿Qué me tome una licencia anual por este dolor cardíaco? En la medida que no interfiera con el resto de mis amados, creo que la Navidad es el momento ideal para que descuide un poco la guardia y permita que su recuerdo me trasporte a sus brazos y la abrace con fuerza y nostalgia. Ahora, con el misterio resuelto, revelado y aceptado, me preparo para disfrutar de esta Navidad. Rodeada de mis seres amados, obviamente, y en brazos de mi Carolita, por supuesto. Porque si hay algo que aprendí en estos años, es que las lágrimas limpian, sanan y traen mucha paz. ¡Feliz Navidad!

 
 
 

Comments


¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

Recipe Exchange @ 9pm!

Temas Relacionados
También en Facebook
  • Facebook Basic Black

Pajas Bravas  en Facebook

Mis Sponsors

© 2023 by My Weight Lost Journey. Proudly Created with Wix.com

bottom of page