196. VUELVO ENSEGUIDA
- Pajas Bravas
- 24 nov 2015
- 2 Min. de lectura

Anoche le puse pausa a la vorágine un segundo y entré a ver “que onda Pajas Bravas”. Por lo general la visito a diario, pero últimamente vengo perdiendo sistemáticamente el premio al presentismo. Al entrar, la ráfaga de mensajes fue tan intensa que tuve que sentarme en el sofá para ordenar las ideas y planificar una estrategia eficiente que respondiera a todas las demandas en el menor tiempo posible. Es por eso que estoy acá, escribiendo una declaración en defensa propia. Uno de los mensajes decía literalmente: “Pajas Bravas, ¿dónde estás?”. ¿Dónde estoy? ¡Genial! Ni idea. En todos lados, pero exactamente en ninguno. El horrendo acto de terrorismo en París y el espeluznante acto de represalia en Siria me anestesiaron el espíritu por un tiempo. Tengo la pésima costumbre de rebelarme contra la información que me brindan y buscar la que me esconden. Y créanme que las imágenes de lo que no sale por la televisión son tan espantosas como la negrura misma, y eso me rompió el corazón. Por otro lado, las elecciones. Muy en el fondo sabía que yo no era candidata, pero debía recordármelo a menudo porque me sentía una. Me tocó ser presidente de mesa las tres veces y me lo tomé tan a pecho que sentía que la democracia no hubiera sido lo mismo sin mí. Eso también me quitó mucho tiempo y energía. Finalmente y como nunca, los exámenes finales de mis hijos. Como de costumbre, llegan estrujados, comprimidos, prensados y exprimidos por las notas; y espoleados, aguijoneados, acosados y hostigados por mí. Ahhh, que hermosa es la maternidad. Y como el año pasado me pasó lo mismo, recordé aquel escrito sobre las “Madres en suspenso”. En cuanto lo encuentre, lo volveré a publicar porque resume bastante bien a esa pregunta: “Pajas Bravas, ¿dónde estas?”… Estoy en suspenso. Vuelvo enseguida.
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