top of page

188. EL IRRITANTE CHIRRIDO DE LOS FRENOS

  • Pajas Bravas
  • 15 oct 2015
  • 3 Min. de lectura

La cosa es más compleja de lo que parece. Le voy a hablar al éter sabiendo que esto me lo estoy diciendo a mí y solo a mí. Uno generalmente avanza bien, porque avanzar no es el problema. Frenar es lo que cuesta. Si uno anda distraído y no frena a tiempo, a todas luces es un salame, se merece el bollo en la trompa, pero está claro que no lo vio venir. Muy distinto es cuando uno viene atento y ve el obstáculo con suficiente distancia de frenado, pero el piecito que debería apretar el freno, no responde. Eso es otro cantar. “Calmate”, me decía a mí misma desde adentro. “No respondas a ese mensaje ahora. Frená, calmate y respirá profundo... Haceme caso y contá hasta diez”. Es la historia de mi vida. No se trata solamente de inseguridad. Es una deformación que hago de la realidad, muchas veces de manera consciente. Y, en lugar de frenarme, me acelero. “Te estás haciendo la cabeza, no seas tonta. Si le contestás así como estás vas a quedar como una loca, como la mina celosa que no puede con la vida. Te pido por favor, haceme caso una vez en tu vida, quedate en el molde hasta que entres en razón y te des cuenta que estás exagerando. A los hombres no les gusta sentirse controlados por la Gestapo”. Saber que hay que frenar es una cosa, hacerlo y hacerlo con destreza, es otra. Hay veces que una cree que está controlando la situación y que está pudiendo disimular la combustión interna, pero en la curva final son los malditos celos peludos los que traicionan. Y ahí nomás, como quien no quiere la cosa, nos estrolamos. Porque, aunque evitemos la colisión, de nada sirve apretar los frenos tarde ya que el irritante chirrido del freno nos deja en evidencia de todas formas. “Y ahí vas de nuevo, Valy. ¿Sabes qué? ¡Jodete! No vas a cambiar nunca... Si me hicieras caso, evitarías tantos chirridos molestos... Chau patética, te abandono. Chocá solita”. ¿Cuántas veces pensé que tenía la situación controlada? Milesssss. Demasiadas veces supe que debía frenar y protegerme, demostrar confianza, serenidad y equilibrio, aunque sea, simular ser el tipo de mujer que se lleva el mundo por delante, y no lo hice. La misma cantidad de veces demostré todo lo contrario por dejar que el monstruo de la imaginación me hiciera colisionar contra una verdadera pavada inflada. Esta no fue la excepción y contesté el mensajito de whatsapp con cierta ironía. No fue el contenido del mensaje lo que activó el acelerador, sino la hora en que me llegó. - Espero que hayas tenido un lindo día gordita. Te extraño. Nos hablamos mañana. - Epa, que sorpresa gordo. ¿Estás despierto? ¿No son cinco horas de diferencia? Es la madrugada allá. - Sí, pero salimos a recorrer un poco el lugar, cenamos y se hizo tarde... A estas alturas, la vocecita interna ya me había abandonado, completamente harta. Y yo, fiel a mi lamentable performance, tomé el celular, puse primera y respondí. Primero, una pregunta boba para disimular y después un remate irónico para estrellarme con altura. - ¿Yyyy? ¿Estaba rico? - La verdad, no tanto. A vos no te hubiera gustado. - ""Cenamos??!!"" ¡¡Qué bueno!! Me alegra que estés acompañado. ¿Está buena la compañía? - Jaja gorda, no seas tonta. Salí con un compañero de trabajo, nada más. Te estás haciendo la cabeza. Una vez más, no tuve el atino de irme al mazo a tiempo. Con los cachetes hirviendo y la garganta comprimida, sin mediar palabras con nadie, me subí al auto completamente avergonzada. Es la historia de mi vida. No escucharme cuando intento advertirme que debo frenar y poner balizas. Muy por el contrario, los celos logran inmiscuirse y me dejan al desnudo. El tiempo y la distancia; la imaginación con sus destrozos; él impecable y yo de entrecasa; él y sus banquetes y yo y mis fideos; él y su ocasión y yo y mi inviabilidad; todo parece justificar los medios haciendo añicos el fin. Y el desastroso resultado es el mismo de siempre, en lugar de darle a mi esposo la tranquilidad de haber escogido una mujer segura y confiada, acelero mi ritmo cardíaco y me estrello solita contra mi propia humillación. Es la miopía de la realidad la que me vuelve incapaz para ver con claridad, y es el irritante chirrido de los frenos el que lo vuelve manifiesto.

 
 
 

Comentários


¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

Recipe Exchange @ 9pm!

Temas Relacionados
También en Facebook
  • Facebook Basic Black

Pajas Bravas  en Facebook

Mis Sponsors

© 2023 by My Weight Lost Journey. Proudly Created with Wix.com

bottom of page