187. DE JODIDA NOMÁS
- Pajas Bravas
- 5 oct 2015
- 4 Min. de lectura

Que jodida puedo ser, por ser jodida y nada más. Miro el mate de cada día y pienso para mis adentros: “Es SOLAMENTE un mate. Ni más ni menos que un mate, pelado y escueto”. De hecho, uno de los significados de la palabra "mate" es: opaco, apagado o decolorado. Y así digo que lo veo cada mañana, una infusión pálida y deslucida. Pero por algún motivo mi marido no lo ve así. Suena el despertador, se despereza y se levanta para comenzar con el ritual protocolar del armado del mate. Pone la pava y toma a su amigo panzón por la barriga. Le quita la yerba vieja y le agrega de la nueva que logra mezclando dos partes iguales de las variedades uruguaya y la argentina. Carga la medida justa de este “blend único”, tapa la boca del mate con la palma de la mano e invierte la carga. Lo agita con delicadeza y exquisitez, y vuelve a dejar a su camarada sobre la mesa con una inclinación de 30º para evitar que se desmorone la torre de yerba que se inclina hacia un flanco. De esta manera, con el agua a temperatura justa, agrega lo suficiente como para lograr que la yerba se hinche en el tiempo que tarde en vestirse. Finalmente, y como corolario, entierra la bombilla. Toma el termo, vierte más agua dentro de su calabaza forrada en cuero, y observa. El aroma amargo que se eleva trenzado con el humo y la espuma verde que sobresale son la recompensa de años de leal amistad. Aunque sabía que debía morderme la lengua, en varias oportunidades me mofé de este afecto que se tienen mutuamente. - “Uy Gordo, me vas a matarrrr. Lo inundé. ¡Perdóóón!... Bueno che, es un mate, nada más…” - “Chicos, cuidado por favor. No muevan la mesa que se puede caer el mate y solo Dios sabe que pasaría si desparramáramos la yerba…” Por otro lado, los viajes en auto. Al señor le encanta escuchar música, y de la más variada por cierto. Puede golpear el volante al ritmo de AC/DC, vibrar con los sonidos irlandeses, latir con la gaita escocesa, con la guitarra de Knopfler, el rock, el pop, el jazz, música clásica… Pero lo que le produce una apnea de placer es el punteo de Pepe Larralde y su voz limpia y profunda. Un trueno de verdades y desdichas del campo y su gente. Con el primer acorde comienza a disfrutar el viaje. Repite las letras lamentosas y se vuelve evidente como lo invade la nostalgia. Es clarísimo que ya no está dentro de él. Puedo sentir como se va yendo. Lo veo, mirándose los pies y dándole vergüenza de ensuciar la tierra con las alpargatas. Lo veo abriendo la tranquera, echándose el pañuelo a la espalda, por costumbre, prendiéndose un negro. Lo veo taloniando su moro Pampa, largándose al galope, chiflando como si nada… Y de vuelta, debería morderme la lengua. ¿Por qué siempre le pongo cara de disgusto cuando Pepe se lamenta? ¿Por qué? Si en realidad, a mí también me transporta con sus letras. Pero por jodida nomás, algo tengo que decir. - “Buehhh, acá viene Larralde otra vez… el monumento a la alegría de vivir… No, no, dejalo. Aprovecho el moplo para dormir. Si necesitas que te reemplace con el manejo, avisame”. Esta mañana el despertador sonó. Me desperecé y me levanté. Puse la pava, me vestí, tomé al amigo de mi marido, lo vacié y lo llené con el “blend único”. Luego, lo volteé, lo agité y lo dispuse sobre la mesa con una inclinación de 30º. Le vertí suficiente agua como para que se fuera hinchando la yerba y seguí con la rutina de los gritos matinales, los uniformes, la crema facial de limpieza, la humectante y el desayuno. Cuando pude sentarme a la mesa, tome con cariño el mate y le cebé el agua, esperando conseguir aroma y espuma. Y lo logré. Después, subí a los chicos al auto y rumbeé para el colegio. Los dejé con las mismas indicaciones de siempre: “Chau chicos, que tengan un buen día. Suerte Juancho con la prueba de Catequesis. Jeruch, no te olvides de entregar el talón de la nota. Chau chiuquis… concéntrenseeeee…!!!”. Puse primera, prendí el equipo de música y puse el CD. Me eché el pañuelo a la espalda, me prendí un negro, taloneé mi moro Pampa y me largué al galope, chiflando como si nada... Bueno, aquel amigo del mate que me acompaña cada mañana, el paisano de mi vida, está de viaje por trabajo. Se fue por dos semanas. Por eso esta mañana caminé sus pasos para sentirme más cerca. Me tomé un Sr. Mate y "galopié" tras sus huellas buscando el calor de su presencia mientras me preguntaba, ¿por qué seré tan jodida? Y Pepe me respondió: "a mi tampoco me gusta el frío y lo mesmo caen unas machasas heladas. Y me las aguanto. Porque sé que sirven aunque, aunque yo tirite. Que pa qué sirven? Muy fácil; pa saber lo lindo que es el calor". (*) Soy jodida por ser jodida nomás. Pero si no fuera jodida y, en cambio, celebrara el ritual del mate con el mismo fervor con el que lo hace él, o dijera abiertamente que Larralde también me quita la respiración, entonces no serían cualidades propias de mi marido. Y, frente a las machasas heladas de sus partidas, no sabría lo lindo que es el calor de su recuerdo, las cuales hallo en estas rutinas tan suyas. Igual, soy jodida. _________________________________ (*) Herencia para un hijo gaucho, de José "Pepe" Larralde, un amigo!








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