183. LA CIMA DE ELLOS MISMOS
- Pajas Bravas
- 16 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Claramente tengo problemas de inestabilidad emocional y generalmente sufro estos trastornos frente a la mirada de mis hijos. Sé que soy inconstante porque en el mismo escenario cotidiano del señor salame que me atropella con su auto, las derivaciones pueden ser muy variadas. Podría saltarle a la yugular y volverme un arma letal al volante, o mirarlo con compasión, dejarlo pasar sin remordimientos y desearle una mejor vida. Así de desequilibrada puedo ser frente a mis hijos. Le tengo terror a una cucaracha, y si me siguiera por el pasillo podría gritar hasta morir horrorizada con sangre brotando por las orejas, pero a ellos les hablo de la importancia de tranquilizarse y rezar frente al miedo. Soy la más paciente de todas las mamás siempre y cuando no se me salte la térmica y, entonces ahí justo frente a los mismos ojitos de siempre, me vuelvo la mina más impaciente y odiosa del mundo. Les puedo tirar en el mismo acto: “Gordito, entendiste ahora como despejar la X... ¿si o no?... ¿no?... No hay problema amor, lo hago de vuelta… ¿ves? ¿Ahora entendiste o lo hago de nuevo? Mirá que lo repito mil veces si hace falta... Pará un cachito… ¿vos estas sin aparatos? ¿Te sacaste los aparatos? SERÁ POSIBLE QUE NO PUEDAS DEJARTE LOS APARATOSSSS PUESTOSSSS….!!!" Una vez más, la demostración de la inestabilidad. ¿Qué pensaran? Sinceramente, prefiero no saberlo… Y si soy así de inconsistente en los sucesos del presente, imaginar cómo reaccionaré en el futuro es absolutamente imposible. Soy un ser impredecible. Soy una aplanadora fuera de control. Soy una improvisación, una obscenidad, un material en crudo. Pero… Hay una sola conversación futura que no me tomará por sorpresa. La vengo imaginando hace tiempo. La practiqué tantas veces que para el día que finalmente llegue habrá perdido cada gota de espontaneidad que pudo haber tenido. El día que mis hijos vengan y me digan que ya saben lo que quieren estudiar, les voy a preguntar si eso que quieren estudiar es lo que quieren ser. Les voy a pedir que busquen dentro suyo y que encuentren aquello que es combustión que calienta el corazón y moviliza el alma. Les voy a exigir que no tomen decisiones apresuradas, que la vida es una sola y que hay que vivirla y no padecerla. Lo único que les voy a rogar es que persigan la pasión que llevan dentro. Yo no lo hice en su momento y, aunque tuve la suerte de darme cuenta y de estar disfrutando de mi pasión hoy día, lo otro fue una pérdida de tiempo. Si me hubiera encerrado en los consejos de quienes me decían que lo mío eran las Ciencias Económicas porque yo era ambiciosa, matemática, mental, especulativa y calculadora, hubiera terminado siendo aquello que estudié, y me iría marchitando con el correr del tiempo. Aún cuando me digan que saben lo que quieren, se los voy a repreguntar hasta quedarme tranquila de que ellos serán ellos, que es la mejor versión de ellos mismos. Esta es la charla guionada que que tendré con ellos el día que surja la oportunidad. Porque, aunque les demuestro a diario que soy un conjunto de incongruencias, sé que no repetiré los errores que me llevaron a encontrarme a mí tan tarde siendo yo. Y si me dicen que les apasiona la música o la actuación, o me dicen que sienten pasión por el campo y quieren ser agrónomos o paisajistas, o les moviliza el alma viajar por el mundo sacando fotos o siendo chefs, o si les apasiona la vida de oficina o el rugby o la danza clásica, entonces que estudien para ser lo mejor de ellos mismos. Cualquier elección de vida será acertada si de solo mencionarla se les enciende la combustión de la pasión interior. Y serán lo mejor que puedan ser si eso que eligieron es para lo que nacieron. Sino, solamente estarán ocupando el lugar de otro. Y lo harán bien o mal, pero no se levantarán cada mañana con ese deseo de ser ellos trabajando en concordancia con ellos mismos. De eso hablo, de la afinidad de ser lo que vinimos a ser, y hacerlo. Porque sé que hay una cima de ellos mismos esperándolos. Una vida vivida en plenitud. Una silla en lo más alto de sus pináculos, aguardando y anhelando por ellos, y nadie más que ellos. “Escoge un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”. -Confucio
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