168. RECATEGORIZADA A PYME
- Pajas Bravas
- 29 jun 2015
- 4 Min. de lectura

Pajas Bravas surgió como antídoto de una larga siesta que me mantenía aletargada tras la partida de mi hija. Fue el consejo de mi psicóloga. Fue ese punto de inflexión, el vértice de la parábola que le dio un giro a mi trayecto, que me devolvió la vida y la felicidad. Fue también la enseñanza que me dejó aquello que me cambió la vida. Pajas Bravas podría ser denominadami parábola de andanzas. En el último tiempo me preguntaron reiteradas veces el sentido de Pajas Bravas. Hasta la semana pasada decía que era mi escondite, el lugar donde dejaba fluir mi pasión. Pero desde el último escrito me di cuenta que me han ido recategorizando y no he estado pagando los tributos correspondientes. Acá va mi agradecimiento a la legión que me acompaña. Cuando arranqué con Pajas Bravas, era una empresita unipersonal atendida por su propia dueña. Me encantaba. Empecé como “Perfil” en Facebook y yo fui mi única amiga. En mis primeros escritos le hablaba a un estadio vacío. Pero con el tiempo, algunos conocidos reconocieron mi apodo y fueron agrupándose. Alguien me recomendó que migrara a “Página”, y de nuevo fui mi primer “Me gusta”. Por esas cosas maravillosas de la vida, el número de “Me gusta” fue creciendo a pasos acelerados. Aparecieron almas que no me conocían pero que decían sentirse identificadas con algunos escritos. Muchas de estas primeras seguidoras eran mujeres sensibles, doloridas, en pena o en luto. Junto a estas, aparecieron personajes entrañables a quienes quiero con el corazón. Los escritos eran cada vez más, y no los tenía guardados en ningún lado. Enumerarlos para facilitar el registro fue idea de alguien que vio luz y entró. Y así, como quien no quiere la cosa, Pajas Bravas se había vuelto una PE (Pequeña Empresa). Ahora ya no era yo sola. Me encontré trabajando con comentaristas, con tocayas, con corazones que se sentían hermanados en algunos casos o que hacían empatía en otros. Se percibía la energía compartida, una ida y vuelta de cariño, y la impaciencia por un nuevo escrito. Como cualquier empresa que crece, también aparecieron los primeros inconvenientes. Personas con demasiado tiempo libre se tomaban el trabajo de ofender y me dejaban de cama. Rápidamente entendí que no tenían derecho a infiltrarse en este espacio y decidí hacer uso de mi derecho de admisión y permanencia. Problema resuelto. Cada vez éramos más. De comentaristas pasaron a compañeros de trabajo. Se sentaban del otro lado y opinaban activamente. Con cada mensaje me sentí remunerada en exceso, con aguinaldo y SAC proporcional en mis Fechas Chernobyl. Inclusive, D.V., alguien a quien no conozco personalmente pero que a estas alturas quiero mucho, se tomaba el trabajo de leer los escritos y, cada vez que se chocaba de frente contra un error de ortografía, me mandaba un mensaje privado. Me ha corregido error tras error por amor al arte y de buena nomás. Gracias a Ana, surgió el Ángel de la Guarda, y gracias a Cele, la Timidez. Esto era una clase práctica de las economías de escala que tanto había estudiado en la Universidad. Pero, como dije al principio, me recategorizaron a PYME. Si Uds supieran lo que las quise a todas con mi último escrito. Sentí que trabajaba en equipo. A los pocos minutos de haber publicado comenzaron a llegar mensajes para que corrigiera los tremendos errores que había cometido. Fueron todas manos que lograron sacar adelante lo que se hundía. Me pulieron con el mayor de los respetos, algunas inclusive pedían disculpas por tomarse el atrevimiento, la mayoría en privado y urgentes para que modificara las faltas aprisa, todas con tanto amor. Era un equipo funcionando en perfecta armonía. Quiero contarles una confidencia más, de las tanto que he contado. Mi profesora de literatura en la secundaria, Cris, era una mujer a quien quería muchísimo. Y el cariño era totalmente recíproco. Muchos decían que estaba “pirucha”, para mí era un ser de otro planeta, una desentendida. Cris me alentaba a que escribiera composiciones cada vez más “voladas” (como le decía) y corregía mi ortografía con la misma dosificación de amor y humor. Ella era un estímulo para mí, al igual que lo son Uds hoy. Me dijo en reiteradas oportunidades que algún día debía escribir un libro, y fue la que me dijo, con la rotundidad de quien sabe lo que dice, que equivocaba mi rumbo el día que me anoté en Ciencias Económicas. Esta mujer tenía razón. Siempre la tuvo, inclusive cuando me llamaba al frente y me marcaba con su lapicito unos puntitos al lado de cada palabra mal escrita y me decía al oído: “Corregí esto, Arado”. La ortografía fue siempre mi talón de Aquiles, ahora lo saben. En casa tenemos un cuartito con un escritorio, una silla, una biblioteca y miles y variadas interrupciones. Lo llamamos Pajas Bravas. En ese cuartito me siento a escribir en una computadora a la que no le funciona el corrector. Desde que publiqué por primera vez en Pajas Bravas sentí la inmensa necesidad de tener a Cris a mi lado, que me llamara Arado y que me mostrara las faltas. Ya no la ando necesitando tanto. ¡Muchas gracias, de corazón! Porque sé que me corrigen con cariño, que el aliento que me dan es sincero, que me levantan el ánimo, que se ríen conmigo. Muchas gracias. ¡Esto ya es una PyME!
Comments