161. TIMIDEZ PRIMARIA
- Pajas Bravas
- 4 jun 2015
- 3 Min. de lectura
Acabo de leer un artículo escrito por Silvia Arazi. Fue una gran ola de revelación que, cuando se retiró mar adentro, dejó mucho entendimiento al descubierto. Logré verme y entender, renunciando a los reproches. Finalmente puedo disculparme conmigo.
“Perdón tontita”.
Que soy insegura, no es ninguna novedad. Que hubo momentos en que la escasa confianza en mí me plegó las alas y me estrellé contra la dura roca del pánico, los hubo y muchos. Que la timidez tirana me gobierna hace décadas, tampoco es una primicia. Pero por lo menos ahora entiendo que no tengo derecho a reprocharme tantos momentos de miedo al ridículo y de silencios reprimidos.
Nos dicen que somos un conjunto de células organizadas, pero no nos dicen que las pobres se organizan como pueden de acuerdo a los sucesos que las atraviesan. Por genética tendemos a viralizar muchas características propias e inherentes a la familia, pero también están las vivencias que nos van surcando el camino y que nos marca la senda por la que andaremos.
Seguramente debí ser un organismo tímido de timidez de base hereditaria y congénita, pero la ayuda externa acumuló vastas cantidades de vergüenza que me sumaron falta de confianza y vacilación.
Sobresalir nunca fue una buena idea para mí. Pero no siempre depende de nosotros. Y la Primaria puede ser muy cruel.
Mi segundo nombre nefasto tuvo siempre un efecto irónico y mordaz…
- Por favor, chicos escuuuuuchen. Voy a leer los nombres completos, corríjanme si alguno está mal.
- Mercedes Álvarez Pérez.
- Perfecto.
- Valeria Dammmm… Damarisse… ¿Damarisse? (La clase estallaba en llantos de risa)
- Eeeeh, no. Es Damarissa.

- ¿Damarissa? Jaja ¿Qué origen tiene este nombre? No lo escuché nunca… Jaja
“No lo sé pero calculo que una patética noche de mis padres beodos podría ser una buena explicación”, me hubiera gustado contestar.
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Mi pelo enmarañado fue tema de burlas desalmadas...
PAJAS BRAVAS, enchufada, Valeria araña, virulana son solo algunas de las que me hicieron odiar mi condición de rulosa.
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Mi apellido es un nombre masculino y en las competencias de salto en largo…
- ¡Chicas atención! Vayan preparándose a medida que las voy llamando. Ahora salta Fontichelli, se prepara Hausdorff… Salta Hausdorff, se prepara Alberto…
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El calor de mis cachetes y el rojo carmesí, la taquicardia, el tartamudeo imperceptible, el pudor y la absoluta certeza de que lo que hago no es valioso, son solo algunos de los atributos que me regresan a aquellos años sarcásticos. Y esta necesidad de permanecer invisible, en medio de la masa, de no sobresalir y de mantenerme en el anonimato, también.
Uno es lo que es, y en eso estamos de acuerdo. Aunque también convengamos que hay mucha ayuda externa que profundiza tanto las virtudes como las debilidades que cada uno acarrea. El amor, la burla, el cariño, la crueldad, todo va tallándonos. Y hoy, ya grandota, puedo verme en los años aquellos, sentadita en el pupitre, vulnerable, permitiendo que la Escuela Primaria educara, instruyera y adoctrinara, también, a mi personalidad, mi temperamento, mi temple y mi timidez primaria.
Dijo Silvia Arazi en su artículo: “También entendí que, lejos del optimista “¡tú puedes!”, querer no siempre es poder y que tal vez, algunos (miedos para ella /timideces para mí) permanezcan conmigo largo rato. O siempre.”
Gracias Celeste Nuvoli por el artículo. Nobleza obliga:http://www.clarin.com/…/mundos_intimos-Silvia_Arazi-miedos_…








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