157. PAR DE COMPLICES
- Pajas Bravas
- 11 may 2015
- 3 Min. de lectura

Se rieron de mí. Ese señor que ni me conoce, y este otro que sí. Dieron por sentado que no entendía nada y se mofaron de mi. Aquel que nunca me vio en su vida me recibió con desgano. Su antipatía y su impaciencia se retroalimentaban, y eso nutría mis nervios que, a su vez, fortalecían mi inseguridad. Y aquel otro que sí me conoce, fue el más ruin de todos. Como una puñalada por la espalda, me mandó al matadero y lo hizo sin la menor consideración. Traidor.
- Hooooola, ¿qué tal? ¿Juan Carlos? Soy Valy. Hablé con vos esta mañana. - ¿El sevice de los 100.000? - ¿Eh? - ¿Si viene por el service de los 100.000 kilómetros? - Ahhh, ni idea. Mi marido se fue de viaje por trabajo yyyy... viste como son los maridos... jajaja! Siempre quedamos nosotras apagando estos incendios... jajaja! - Bueno, no se preocupe. Nosotros nos fijamos. ¿Alguna aclaración? ¿Algo que debamos saber? - No, bahhh, que sé yo. ¿No habló mi marido con Uds? Yo sinceramente pensaba dejarlo y .... - Deje, deje. Ahora me fijo… Vaya nomás. La llamamos esta tarde con el presupuesto. - Mejor llámenlo a él.
Un momento muy desagradable... ¡para mí, claro está! Salvo en mini shorts, yo sé que a las mamis no nos quieren en los talleres mecánicos. Y uno de mis defectos más grandes se lo debo a mi madre... cuanto más estorbo me hagan sentir, más amable quiero ser, y esto es la historia del huevo y la gallina.
Me fui feliz. Había entregado el delivery y ahora que se encarguen entre hombres. Pero nunca son tan sencillas las cosas. Cuatro horas más tarde:
- Holaaaaa. - Sra, del service le hablo. - Ahhhh, que tal. - Siii, habría que cambiar el buje de barra y las terminales de dirección. Una de las puertas fue forzada y eso podría gastarle la batería y... - Ayyyy, ¿por qué no lo llama a mi marido y hablan Uds y toman las decisiones que tengan que tomar? - Sra, lo llamé a su marido varias veces. Le dejé un mensaje pero necesito que me digan que hacer. - Esta bien, ahora trato de conseguir con él y le pido que le pegue un llamadito. Entonces, ¿qué era lo que tenía que cambiar? - ¿Tiene para anotar? - ¿Sabe que no? No importa, digame que tengo muy buena memoria...
Y lo escuché. El desgraciado resopló. Ni siquiera tuvo el tupé de disimular.
Podrida de este tema, lo único que quería era pasarle este muerto a mi marido y que todos los hombres del planeta me dejen en paz. El mundo de los fierros es un mundo masculino, y bajo ningún punto de vista quiero que piensen que estoy acá parada queriendo modificar esto. Mientras nosotras de chiquitas balbuceamos, nos gustan las plumas y el fucsia, y nos quedamos horas mirando revistas del corazón, ellos nacen diciendo BRUM - BRUM, van a los autitos chocadores (para practicar, podría ironizar), se compran esas revistas del autopolish en su máxima expresión y finalmente se quedan horas mirando un capot abierto.
Pero, como si se tratara de un conjuro, no podía recordar la lista que el mecánico, tan amablemente, me había gruñido.
- Hola gordo, ¿cómo estas? - ¡Gordita, que sorpresa! - Si, amor. Acá estoy. Che, te estuvo llamando Juan Carlos para pasarte el presupuesto. - Ahhh, bueno. ¿Te lo pasó a vos? - Si, dice que hay que arreglar la puerta de mi lado, dice que la batería no sé qué, y también hay que cambiar la bujía de barro... - ¿Bujía de barro? ¿Ehhh? - Y bueno, entonces será la bujía para el barro, creo. Ay, no sé. - Gordita, tranquila. Pasame el teléfono que lo llamo y arreglo.
Por supuesto que estos dos hombres, el que no me conoce y el que sí, hablaron por teléfono. Primero, muy cortés, mi marido le volvió a preguntar qué era lo que había que arreglar. Seguido de eso, le peleó un poco el precio. Y, como para suavizar la conversación, salió el temita de "su señora" y la "bujía de barro". Aparentemente tuvo que repetir "BUJÍA de BARRO" porque era demasiado cómico como para perderse la oportunidad de redoblar risotadas. Un par de carcajadas, un par de comentarios irónicos, y un par de críticas de género, un par de secuaces en plena charla de rapiña, un par de cómplices... uno que no me conoce y el otro que duerme conmigo.
Eso, en mi pueblo, es meterse en camisa de once varas...
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