156. LA VERDAD VELADA
- Pajas Bravas
- 7 may 2015
- 3 Min. de lectura
Dije que nunca iba a hablar de política. Lo dije infinidad de veces. Pero también aclaré que no resisto archivo alguno. Y acá estoy, temblando de miedo porque sé que es un tema que agita, y yo soy muy cobarde. Conozco el ADN de mi pueblo, vivo el hervidero de pasiones argentinas a diario y no me gustaría que Pajas Bravas se viera envuelta en una sacudida de intolerancia e irritación. Aunque para ser sincera, tampoco quisiera que el pánico me paralice y condene alguno de mis pensamientos a la pena de muerte porque creo, defiendo y me refugio en el principio básico de la democracia: La Libertad de Expresión.
Yo, que nací con Videla… tenía tres años cuando restituyeron la democracia. La devolvieron de donde nunca debieron despojarla, ni ellos, ni aquellos. Cuando tuve conciencia, la casa estaba en orden y podíamos festejar la pascua. Los pañuelos blancos ya circulaban alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo, y el “algo habrán hecho” fue reemplazado por el “nunca más”.
Yo soy el comienzo de las generaciones que no vivieron esa guerra en carne propia, que no sudaron el frío del miedo, no conocieron el toque de queda ni el estado de sitio, pero que siguen padeciendo la estela de aquel infierno que no obedece a la vida ni tiene punto final.
No soy de aquí, ni soy de allá... No comparto ninguna ideología, de hecho, rechazo ambas y las repudio. No justifico el medio porque no apruebo ninguno de los dos fines. Creo que, entre el blanco y el negro, hay infinitos tonos de gris. Infinitos. Y uno de esos grises soy yo. Entre “Perón o muerte” o entre “subversivos y terroristas” estoy segura que somos millones los que no canonizamos los extremos. No uso bigotes, ni barba, ni boina. Mi principio no es milico ni guerrillero. Es un principio independiente que, sobre todas las cosas, está en contra de la violencia cualquiera sea, y a favor de la paz cualquiera sea.
¿Qué soy? Ya lo dije, un gris templado y calmado en busca representación. Nadie me sube a un colectivo por un choripan ni hago sonar una cacerola golpista. Cansada de los gritos, de la corrosiva corrupción y de la idea infundada de: "Si no estás con nosotros, estás en contra", en lo único que creo es en el voto. Aquel voto legítimo, personal e intransferible. Por eso al General Leopoldo Galtieri me gustaría decirle que no se equivoque. Las urnas nunca están bien guardadas, las urnas son la voz de la Argentina y son una voz que no se acalla ni se somete, sino que se escucha y se obedece.
No padecí esa etapa negra de la historia lúgubre Argentina pero intuyo que algunas de las características de nuestra idiosincrasia actual devienen como rezago de aquellos días. La pasión frenética, la censura, la fiebre violenta e impulsiva, el discurso intolerante y colérico y el fanatismo partidario intransigente. La corrupción y la impunidad. Los extremistas.
Quiero vivir en una Argentina sana y de pie. Un país con diversidad de opiniones, unión, juicio e inclusión. Discusiones y debates respetuosos. Consenso y trabajo en equipo. Honestidad y búsqueda de verdad y justicia.
Lo que deseo es una Argentina con memoria pero sin vicios del pasado. Eso quiero. Que la verdad se vele. Pero, ¡ojo! Que se entienda bien. Velar la verdad donde "velar" signifique custodiar y vigilar, y no del "velar" que significa cubrir, ocultar a medias, atenuar o disimular.

Gracias por escuchar tan respetuosamente. Ahora los escucho yo...!
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