top of page

152. EFECTO CANGURO

  • Pajas Bravas
  • 24 abr 2015
  • 3 Min. de lectura

Anoche enyesaron a mi hijo. Me habían llamado del colegio para que lo fuera a buscar.

Aparentemente se había golpeado jugando al rugby y una plaquita no venía nada mal.

No soy una madre histérica, sino todo contrario. Antes de subirme al auto tuve que despertar a Corcho, ponerle medias y zapatillas y encontrar mi cartera. Casi en la puerta, Corcho me pidió la mamadera que lleva en el auto todos los días cuando buscamos a sus hermanos. Calenté la leche en el microondas, le puse Nesquik y la batí.

- Dale Corchito, tenemos que ir a buscar a Juancho que se lastimó. - ¿Se lastimó? - Si, se lastimó. - ¿Tiene nana? - Si Corcho, tiene una nana. ¿Vamos? - ¿Y el autito? - No Corcho, vamos. Pobre Juancho, nos está esperando… - El autiiiiiiiiitooo - Ay Benjamíííín… ¿dónde está el autito?

Así, con cartera, mamadera y autito partimos a buscar al lesionado. Mi hijo es un torito y, sinceramente, no creía que se tratara de algo serio.

En la guardia lo miré. Abrazaba el brazo herido con el sano pero no se quejaba. La remera del SIC estaba inmunda, y el pasto y la tierra en el short que había sido blanco evidenciaban unos cuantos frenazos en el piso. Las piernas, monumentales. No se distinguía nada de las que solían subir toboganes. De blancas y regordetas pasaron a musculosas y peludas. Eso me impresionó. La cantidad de pelos en las piernas. Y después me detuve en su cara. Esa sombra de bigote, que antes era de Nesquik, ahora subraya una nariz que promete. Su piel brilla demasiado y los granitos asoman indiscretos. El pelo más oscuro y las patillas le dan un marco maduro a este hombrecito impertinente que creció sin permiso.

Las dos horas en la guardia, la doctora amorosa y las secretarias odiosas, la placa y el yeso. Tres semanas de yeso. Mientras lo envolvían sentí muchas cosas. Pena por él, culpa por no haber creído en la seriedad del caso, miedo al darme cuenta que este roperito también se rompe y confirmé que por más hombre que se vaya volviendo nunca dejará de ser acunable para mí.

Cuando le quitaron la camiseta de rugby volví a ver la misma espalda maciza que veo todos los días. Pero cuando vi el esfuerzo que fue para él y los gestos de dolor… ¡era él! Era Juanu, mi bebito. Lo envolvieron en gaza, y le enyesaron ambos hombros. Estaba divino.

Viví y sentí la transformación. Esa tarde entré al hospital con un varón fuerte, sólido y compacto. Me senté junto a él buscando a mi niño. Y la fractura me lo devolvió.

Esta mañana lo desperté con cariño. Se metió vestido en la bañadera y, cuando notó que no podía bañarse solo, me pidió ayuda. Debe haber batallado mucho con su “yo adolescente todo lo puedo interior” antes de gritarme: “Maaaaa, no pueeedo. ¿Me ayudas?”. Lo sé porque últimamente soy como un ácaro para él, el bicho justo anterior al que provoca repugnancia, que no sé ve ni se siente. Y yo, con su pedido…. no me acuerdo haberme entusiasmado tanto en el último tiempo. ¡¡Dejó que lo tocara!! Lo ayudé a salir de la bañadera, a cambiarse y a ponerse desodorante. Le preparé el café, la tostada y, antes de irme a trabajar, aproveché la ocasión para hacerle un cariñito en la cabeza, sutil pero concreto. En definitiva, lo metí dentro de la bolsa marsupial un ratito y fui feliz.

- Chau Ma, gracias. - De nada, ¡Juanu!

Canguro.jpg

¡Fui tan feliz!

 
 
 

コメント


¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

Recipe Exchange @ 9pm!

Temas Relacionados
También en Facebook
  • Facebook Basic Black

Pajas Bravas  en Facebook

Mis Sponsors

© 2023 by My Weight Lost Journey. Proudly Created with Wix.com

bottom of page