147. DURMIENDO CON UN SURFER
- Pajas Bravas
- 6 abr 2015
- 3 Min. de lectura
Venía todo bien, hasta que los vio venir. No había habido mucho cambio en tantos años juntos, seguíamos siendo prácticamente los mismos desde la temprana juventud cuando nuestros caminos se estrellaron. Tal vez él era más inmaduro y yo más insegura, él habrá sido menos experimentado, y yo menos atrevida, pero en general permanecíamos estables e inalterables, sin variaciones ni conservantes. Una pareja “pareja” no perecedera.
Recorríamos la vida tomados de la mano, a paso firme pero amoroso. Compartiendo el peso de la mochila y las obligaciones, salticando durante los momentos de felicidad y arrastrados por la corriente del abatimiento en los momentos de tormento.
Más o menos a mitad de camino, él los vio venir. Se topó de frente con los 40. Debe haber sido un cachetazo fuerte porque quedó tendido sobre su hombría. Inmediatamente se incorporó, tomó todo lo que se le había caído y siguió andando orgulloso. El camino era el mismo, pero tuve que soltarle la mano porque había redoblado su paso y no podía seguirle el tranco. Yo no sé si fue sorpresa, pánico, horror o espanto, pero haya sido lo que haya sido, le activó la alarma de los pendientes.
Entonces, entre la mesa de ping pong y los bolsones de comida del perro, yacía la bicicleta. Enseguida, cuando la liberó de las ataduras del amontonamiento del garage, la bicicleta supo qué hacer! La reparó, la tuneeó, se compó zapatillas y pedales de ciclista, y por supuesto, anteojos "expresión de insecto". Se levanta tres / cuatro veces por semana a las cinco y media de la mañana y sale a pedalear para transpirar y bajar los años. Vuelve y me habla de récords, minutos por kilómetros cuadrados y…
- NO SABES lo que ESSS la bicicleta que se compró Joaco… Te moríííís. El cuadro es de fibra de carbono y debe pesar la mitad que la mía.
- Hola gordita!! Al final, me compré el porta bicis. ¡Una ganga! La llevo a Córdoba. Lo pensé mucho anoche, no tiene sentido ir sin la bici…
Pero, aparentemente el ciclismo no era pendiente suficiente. La bici no implicaba estar en un estado físico sublime, no demandaba una agilidad felina, no sugería bravura y gallardía y no despedía tanto glamour. Solamente, caminar por la playa con el pecho inflado y una tabla pedante ajustada en la axila como cuaderno de ayudante de cátedra, es la satisfacción de un imponderable pendiente llevado a cabo.
Entonces, se compró la tabla. “La” tabla. Y, si bien no tiene el traje de neoprene, creo que es solo cuestión de tiempo. Eso y los zapatitos. Todos en casa tuvimos que aprender a hacer lugar para estas nuevas adicciones púberes. Hasta las herramientas domésticas han tenido que ceder espacio para que la parafina y los adminículos de surfboard shaper (que no son otra cosa que chirimbolitos) ostenten elegancia y atractivo en paz.
Algunas mujeres, de la noche a la mañana, se encontraron durmiendo con parapentistas, escaladores, kickboxers, esquiadores o buceadores tácticos. Algunas, de la noche a la mañana, se volvieron viudas del crossfit, del rugby para veteranos o squash. Algunas, de la noche a la mañana, tuvieron que hacer lugar para la moto, el equipamiento de paintball, los palos de golf o el barquito a vela Laser con remolque. ¿Yo? ¡A mi me tocó dormir con un surfer!

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