133. MI ECLIPSADO NIÑO DEL MEDIO

Aunque la teoría la conozco, he cometido el imperdonable error de eclipsar a mi hijo del medio un sinnúmero de veces. Lo cuento con muchísimo pesar y con la mayor de las aflicciones. Mi hijo del medi...o es un lucero brillante, que no precisa de la luz de nadie para deslumbrar. Hace nueve años que chispea solito porque es espléndido, y lastimosamente también, porque ha aprendido a brillar de esa manera, solo. Ayer fue un día particularmente claro. Tuve la oportunidad de mirar a mi niño y darme cuenta que estoy en deuda con él. Llegué de trabajar y estaba en el baño pasándose el peine fino. - Hola gordo. ¿Te pica? ¿Sacaste algo? - Si, pero ya está. No tengo nada más. - ¿Querés que me fije? - No, ya está. Me voy a bañar. Le pasé el peine fino a Corchito porque también se rascaba, pero era solo arena… Lo vi tan independiente, tan emancipado. Lo miré todo el día. Un niño soberano, cincelado por el orden que le marcó la vida. Fue quien llegó después del primogénito, quien vive tras la minuciosa mirada de nuestros ojos de Mordor. Luego pasó a ser el del medio con la llegada de un ser delicado que precisó nuestra energía entera. Carola partió y fue forzado a ser el menor nuevamente. Finalmente llegó Benjamín, el Corchito, con todas las licencias de un bebé tan sano y tan deseado. Y, aplastado en el medio, mi niño del medio. Entonces lo observé. Lo percibí autónomo. Salió del baño y decidió que tenía hambre. Se preparó un Nesquik y, con la ayuda de una banqueta, lo calentó en el microondas. Benjamín comenzó a llorar, y fue a ver qué pasaba. Escuché que lo calmaba: - Corchito, ¿querés que te ponga Princesita Sofía? - Nooooooo. - No llores, ¿querés que te ponga Sheriff Callie? - Nooooooo. To paro Quik. - Dale, vení. Yo te preparo el Nesquik. Sin quererlo, mi niño estaba exponiendo con claridad varios años de desatención. La libertad que manifiesta fue impuesta, no deseada. Me senté para seguir con el hilo de pensamientos sin dejar de mirarlo. Recordé las incalculables veces que le dije: - Gordito, no puedo ahora. Estoy estudiando con tu hermano. Tratá de hacerlo vos solito. - Gordito, ahora no. ¿No ves que estoy tratando de dormir al bebé? - Gordito, ¿cómo viene tu tarea?... Bueno, hacé todo lo que puedas solo, y lo que no puedas se lo preguntás mañana a la maestra. - Gorditooooo, ¿no me lo mirás a Benjamín que yo estoy tomándole el dictado a tu hermano? Ayer no pude quitarle el ojo. Lo observé y agucé los sentidos. No voy a resguardarme en la excusa de no haber sabido manejar las circunstancias de manera más justa. Yo era el adulto y él el pequeño. En cierto modo, fue un niñito postergado. El brillo que despide hechiza y es mérito suyo solamente. Las personas siempre hablan maravillas de él, atrae con sus comentarios y su desenvoltura, su picardía es su sello lacrado, y su bondad y sensibilidad son el refugio de los que lo rodeamos. La inteligencia social que desarrolló fue la herramienta que lo ayudó todo este tiempo y lo seguirá favoreciendo por el resto de su vida. Siempre irradió tanta luz mi niño del medio, que fue muy sencillo dejar que lo hiciera solo. Aunque con dolor ahora entiendo que fue al revés. Dejé tan solo a mi lucerito que debió aprender a brillar con semejante magnitud para que, aún eclipsado por sus hermanos, resplandeciera por encima de todos.compelling for your audience, and encourage readers to keep coming back.

#Hijos