126. TE ABRAZO EN TU TRISTE NAVIDAD
- Pajas Bravas
- 24 dic 2014
- 3 Min. de lectura
Estas líneas son personalizadas. Si las fiestas no son "Fiestas" para vos, esto que escribo tal vez te ayude. Si esta noche, la noche “buena” que le dicen, se acerca el brindis y vos estás leyéndome, esto es solamente para vos. Porque apenas vuelva a casa, justito después de haber deseado felicidad por doquier, habré ganado una batalla más y pensaré en vos. Si lo leíste y en algo te ayudó, cumplió su misión.
Tal vez no hayas estado leyendo mi página. Hace cuatro años perdí a mi hija y toqué fondo. Con el tiempo comprendí que la partida de Carola fue muy generosa, ella estaba muy enferma y me absorbía por completo abandonando a mis otros hijos. Su partida me enseñó mucho, me dejó ganancias, permitió que amara más profundo, que valorara mucho más el detalle y que priorizara lo que es realmente importante. Pero no todo lo que dejó mi hija fueron frutos dulces. Hay algunos que, aunque el tiempo pase, siguen siendo amargos y no logro digerir. No tolero su ausencia, no soporto no tenerla en brazos. Peor aún, y esto no lo dije nunca porque no es fácil admitir que uno es envidioso, no aguanto ver explosiones de amor y bienestar en exceso. Me volví arisca al goce en abundancia, los picos de felicidad me marchitan y desfloran. Trago saliva, levanto mi cruz y me alejo. Eso es lo que hago cuando veo que alrededor mío se llenan de dientes las caras sonrientes, cuando las carcajadas no permiten terminar las frases, cuando los fuegos artificiales se duplican en los alegres ojos lacrimosos, cuando es más delicioso el abrazo que el postre. En el momento en que el éxtasis familiar y la embriaguez y el gozo se vuelven materialmente palpables, yo huyo. Se me cierra el pecho, literalmente me duele el corazón. Me escondo en el rincón más sereno de la morada para reencontrarme con mi hija. Eso es lo que hago.
Hace un tiempo escribí sobre mis “Fechas Chernobyl”. Las llamo así porque son devastadoras, son un cimbronazo en el alma, un latigazo al corazón y un verdadero agotamiento mental. Mis Fechas Chernobyl son tres: su cumpleaños, el día de su partida y la Navidad. Son tres fechas que movilizan mi núcleo. Son las tres fechas en donde me permito sufrir y llorar el amor en estado de ausencia, y mis seres queridos me conceden este beneficio.
Si a vos te pasa lo mismo, si sentís que de “fiestas”, estas Fiestas no tienen nada, hablamos el mismo idioma. No hay mucho que pueda hacer desde acá para consolarte. Lo que sí puedo hacer es decirte que te entiendo. Que te abrazo. Que no sos la única alma en pena… somos muchos. Hay que pasar esta fecha y mañana volveremos a ver el sol en su esplendor y habremos ganado una batalla más.
Ojalá tengas la fe que tengo de saber que volveré a ver a mi hija. Ojalá te acunes en esa confianza, y puedas sentir el calor de mi esperanza. Ojalá sean solo fechas las que te derrumben y no la vida por completo.
Con la pena en mi alma levanto mi copa por vos y, en vez de chocarla con la tuya al unísono júbilo de “Felíz Navidad” te digo:
“Ninguna Navidad volverá a ser lo mismo, creo que el dolor muerde más fuerte entre pinos decorados y euforia pero es fundamental que sepas que esto también pasará. Debería ser así, sino lo que realmente te está ocurriendo es que no transitaste el duelo como corresponde. No hay que postergar los duelos, hay que descender con ellos hasta la oscuridad más profunda y hay que tener la fuerza y el deseo para ver ese hilo de luz que es la vida que te ayudará a erguirte de nuevo.
La vida puede ser dura, pero no tanto como vos. Creételo. Te abrazo, Valy”
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