103. UNA CARICIA PARA LAS MAMÁS DE UCIN Y UCIP
- Pajas Bravas
- 6 oct 2014
- 3 Min. de lectura

El Día de la Madre tiene tonalidades que, por no ser testigos, muchas veces no imaginamos o no queremos ver. Déjenme contarles acerca de un grupo de madres que son distintas, que están atravesando un momento real y palpable dónde todo lo que solía ser importante queda opacado, y donde la festividad del Día de la Madre no sería ni acertada, ni oportuna. Existe un grupo de madres que esperan. Mientras unas dan a luz y vuelven a sus casas, en otro rincón del hospital hay otras que están detenidas en el tiempo, que permanecen, respiran, aguantan, confían, se quiebran y velan por sus hijos. Hay un grupo de madres que no duerme. Viven día y noche como de día, bajo la luz artificial que no quiere entender de agotamiento. Traspiran miedo y lloran silenciosas. Son madres que dependen de un saturómetro, de una bomba, de un Cpap, de las espigas de un electroencefalograma, de los resultados de laboratorio, de los niveles de creatina en el cerebro, de las presencias de apneas o mioclonías, de la polisomnografía o potenciales evocados, de un elecrocardiograma o de una ecografía o de una resonancia o de una tomografía, de un donante o de un milagro. La mayoría de ellas son forzadas a entender de medicina avanzada en pocos días. Algunas tienen la suerte de poder recostarse junto a su hijo en la cama de las mil inclinaciones; las que no tienen esa fortuna, pasan horas reclinadas sobre ellos besándoles la frente y sosteniendo sus manos con suavidad; y las más desdichadas, gravitan alrededor de una incubadora atravesando el vidrio con su mirada maternal y el anhelo en su piel de sostenerlos desnudos junto a su pecho. En todos los casos, susurran amor. Estos grupos de madres viven entre cuatro paredes, toman demasiado café, se lavan las manos sobradas veces, rezan en exceso, y se conmueven, inquietan y enternecen con la dicha o desgracia de sus tocayas que se vuelven familia en poco tiempo. Este grupo de madres no está pendiente del Día de la Madre, sino del día a día de su hijo. Este grupo de leonas latirá en mi corazón toda la vida. Las historias, sus tragedias, sus pérdidas, sus tan deseadas y codiciadas altas, todo resuena dentro mío. Las veo, las escucho y todavía puedo olfatear sus miedos. Cada una con su problema. La del temita cardiológico, la de las apneas, la de las convulsiones, la que no tiene leche, la que vino de Trevelin y no tiene donde dormir, la que pudo tocarlo por primera vez, la que no aumenta de peso, la que le hicieron el procedimiento, la desdichada que no volverá y dejó la cunita vacía, la que no para de llorar, la que no sabemos nada porque no se levanta de su silla ni habla con nadie, la que es sola, la que la pasan a piso, la que le dieron el alta pero tuvo que volver. No quería borrarlas de mi memoria porque fueron mis pilares, las considero mi familia. Juré que nunca olvidaría a ese grupo de madres, de ayer y de hoy, que vive en Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatales (UCIN) o la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) de un hospital o sanatorio cualquiera de acá o de allá. A ese grupo de madres les digo dos cosas: No bajen los brazos y sepan que para mí y sobre todo para ese hijo de Uds, el Día de la Madre, es más suyo que de nadie. ¡Feliz día para ustedes, mamás de UCIN y UCIP!
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