84. LA COMUNIÓN DE MI HIJO
- Pajas Bravas
- 21 ago 2014
- 1 Min. de lectura
Si exprimo la Primera Comunión de mi hijo, ¿qué jugo bebería? Si le paso una crema exfoliante y le quito lo redundante, ¿volvería a aflorar la belleza de una piel joven y fresca? ¿Sería posible ver al niño virgen y angelical que está en su primera entereza recibiendo por primera vez la Comunión? ¿Y si le quito importancia al tamaño blazer y dejo que mi hijo desaparezca dentro de él con inocencia? ¿Y si no mando a hacer las estampitas ni la caja contenedora; y si dejo de preocuparme por la ropa que aún no tengo y el diluvio que se avecina? ¿Y si en vez de locatelis y fosforitos y scorns y calentitos sirvo lo que puedo? ¿Y si no siento la obligación de seguir los cánones de la decoración amarilla y blanca, y me simplifico con las cosas que atesoro en mi santa sede? ¿Y si me abstraigo de todo aquello y miro a mi hijo recibiendo por primera vez el cuerpo de Cristo? ¿Qué pasaría si pudiera ver a mi hijo caminando junto a su mejor amigo, amándolo, entregándose y soportando junto a él el peso de la cruz? Eso, eso sería sublime.
Comments