65. SIN IDEAS

Dicen que sin dolor, no hay inspiración.

No tengo nada que decir. Me quedé sin ideas. Me mudo en dos días y en mi vida caben solamente cintas, cajas y papel de diario. Debo haber embalado mis pensamientos.

Si es cierto que el dolor inspira…

Por favor, péguenme. Que alguna enfermera practicante me ponga una vía intravenosa. Proyecten un documental de un leopardo mutilando una gacelita que llora por su madre. Exíjanme que calcule en una planilla todos mis gastos fijos. Que la cera esté hirviendo. Los aplazos de mis hijos. Un bache tomado de lleno a altas velocidades. Tironeen de la piel que encarna mi uña. Muéstrenme las imágenes de chiquitos llorando y perros con hambre. Etiquétenme en una foto de antaño de alguna navidad donde estábamos todos y éramos felices.

Peor aún, oblíguenme a ver un compilado de todas las publicidades acerca del mundial. Esas publicidades alentadoras con locutores sugerentes que quieren que me emocione, que se me ponga la piel de gallina y que se me cierre la garganta. Esas donde hay muchos actores actuando de argentinos que lloran y se abrazan y se vuelven más patriotas que en el mismísimo día en que le prometieron lealtad a la Bandera. Oblíguenme a emocionarme, porque lamentablemente estas publicidades me vuelven apática e indiferente. Arrancan a la fuerza las ganas que tengo de ver los partidos. Si veo más de dos de estas publicidades en la misma tanda, mi insensibilidad se transmuta en una dolorosa repulsión.

No sé si el dolor promueve la inspiración. Sigo sin ideas. ¡Perdón! Lo positivo es que pude despedir de mi organismo los efectos nocivos que produce la falta de imaginación de estos spots publicitarios. Parece que ellos también se quedaron sin ideas.

#Motivación