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62. CUANDO UN TITÁN TAMBALEA

  • Pajas Bravas
  • 25 may 2014
  • 2 Min. de lectura

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Todos conocemos personas que son titanes. Son gigantes. Para nosotros, los mortales, son superhombres. Tienen tiempo para ocuparse de sus temas, resolver sus propios problemas, los de su familia, y encima, están siempre disponibles para ayudar a los demás. Tienen la facilidad de recordar fechas, ser compañía en todo momento y lugar, son aliento en hospitales, en interminables Rosarios o cadenas de oración, son sonrisa y júbilo, son primavera, son amigas incansables y, sobre todo, incondiciolnales. Yo conozco un titán. Ella es una de esas heroínas. La he visto en acción, me la he cruzado muchas veces en el hospital, y su rostro siempre reflejó la calidez del Sol. Siempre en positivo, siempre bien predispuesta, siempre con la palabra justa. Acabo de recibir un mensajito de ésta titán. Me dijo “gracias”. Yo me quedé dura. ¿A mí? Me agradeció por hacerla reír porque era lo necesitaba. Realmente me quedé sin reacción. Ella, que siempre tuvo energía, que la vi yendo y viniendo con brío, que su pujanza y su espíritu nos alentó a todos los que la conocemos, ella me dice que necesita reír. Yo, que no sirvo más que para escribir dos flacos pensamientos aislados por semana, te digo a vos, persona grossa, que hay mucha gente a tu alrededor que está pensando en vos, que te ama titánicamente, y que te necesita gigantescamente. Todos los que tenemos la dicha de conocerte disfrutamos de vos en tu totalidad. Ahora, que la vida te hace tambalear, es hora de que te apoyes en todos los que te queremos. Es nuestro turno de arrimar el hombro. Por tu tamaño de persona colosal, tu caída es pesada y ruidosa. Por eso, acá estamos todos los que te amamos, listos para levantarte. Lo mío es tan pobre, que me da vergüenza. Pero si mis metidas de pata te hacen reír, te regalo la peor. Hace un tiempo, en casa de la parentela de mi marido en Uruguay, dónde me gusta mantener la buena educación y me cuido de no hablar de más, quise hacerme la intelectual. El primo de mi marido, un hombre que me inspira mucho respeto y me intimida, dijo una palabra en latín y yo quise hacer una devolución con, lo que pensaba que era hasta ese momento, la única palabra en latín que conocía. En lugar de “cumulusnimbus”, que era lo que quería decir, dije frente a toda la familia (adolescentes inclusive), “cunnislingus”. Al día de hoy, me da vergüenza volver a Uruguay. ¡B., te quiero! ¡Arriba Titán! Ésta caipirinha es para vos…

 
 
 

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¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

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