57. MIS AMIGAS
- Pajas Bravas
- 13 may 2014
- 2 Min. de lectura
Anoche salí con amigas. ¡Ahhh, que deleite! Las mujeres tenemos la destreza de la charla infinita. Nos preparamos desde chiquitas. El adiestramiento arranca en el balbuceo y con las primeras palabras adquirimos una maestría que, vista desde afuera, roza el delirio: se trata del don del habla y la audición simultanea.
Parloteos, carcajadas poco glamorosas, chillidos, revoleo excitado de brazos, imitaciones con onomatopeyas mal logradas, indiscreciones, consuelos de sonsas, sorbos, silencios que previenen de un nuevo embate lingüístico, y la arremetida de un final de saludos eternos, nostálgicos y duplicaciones de besos.
Son momentos tan femeninos que se hace imposible transferir la experiencia al hombre. Cuando preguntan: -“¿Cómo te fue? ¿La pasaste bien?”, las respuestas posibles son dos. O les contestamos “¡Bien, muy bien!” a secas, o apoyamos los almohadones contra el respaldo de la cama en plena noche cerrada y los paseamos por las distintas conversaciones: anécdotas de la infancia que se vuelven cada año más divertidas, peleas con algún familiar, novios fallidos que dejan estela, recuerdos de salidas adolescentes, mesoterapia, sexo, maestras, colegios, ganas de cambiar el mundo, tetas, Eliah Al Saud, las condenadas bikinis y el momento ideal para dejar los pañales. Entendemos que les hacemos un favor ofreciéndoles la primera de las respuestas, y créanme, quédense con la primera.
Estas charlas de gallinero, peroratas inoportunas, conversaciones en alta voz, pláticas de café, murmullos en los recreos, cuchicheos furtivos, confidencias de amigas, no son otra cosa que distintas formas de válvulas de escape. Son absolutamente necesarias. Nadie escapa a los gases que expulsa la válvula, los maridos, las suegras, nuestros padres, los ex, las perras que salen con los ex, los hijos, el sistema educativo, la inflación, y bla bla bla… Cuando salimos con amigas, y nos pasamos cinco horas sentadas en la misma posición ejercitando la mandíbula, son tiempos energéticos. Se libera la carga negativa, se empatiza con la que peor la está pasando, se protesta, se rechaza, se desaprueba, se condena, se arenga, se argumenta. Esto es un bálsamo, un sedativo, un calmante, es alivio, son endorfinas en estado puro.
EPÍSTOLA: Sepan señores, que cuando las señoras salimos no nos están haciendo un favor. Son Uds los que sacan provecho y se favorecen de esta versión pacificada de las que retornamos a la cancha mansamente. Porque si nos quieren dóciles y domésticas, ¡necesitamos liberar gases!
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