56. CÓMODAMENTE ESTANCADA

Hace tiempo que estoy flotando en agua calma. Todo está en silencio. Disfruto del la tranquilidad y la quietud del entorno. Son momentos de reposo exquisitos. Mi nariz asoma sobre el linde del agua donde una orla de larvas adorna el horizonte. Mi respiración es armónica. Permanezco inmóvil evitando un oleaje que arruine mi descanso y filtre las bacterias patógenas que danzan a mí alrededor. El espectáculo es hermoso. Mi semblante y mi cuerpo en total armonía. Estoy protegida por una espuma blanca, con tonalidades amarillezcas, que se fue formando a las orillas. La suavidad del verdín también evita los roces con las piedras. Soy yo, en la conveniencia de situaciones conocidas. A la distancia, y con cierta perspectiva, me veo emergiendo de aguas verdes y cálidas. Soy un zooplancton y ésta es mi vida cómoda que flota en éste estanque de agua ventajosamente estancada, sin sobre saltos ni arrojos. Huelo humedad en el aire. A la distancia, sobre las cumbres, hay nubarrones que amenazan mi cómoda armonía. Hace tiempo que permanezco en esta misma posición y le temo a la bravura de una crecida. Son aguas nuevas que descienden vigorosamente trayendo modificaciones. Me dan miedo los cambios, me vuelven insegura. El nuevo paisaje no me es familiar y no tengo idea en qué posición quedaré después de los tumbos. Pero dentro de la intranquilidad que me producen los nuevos desafíos, soy consciente que con el tiempo, las crecidas son absolutamente necesarias. Se llevan la espuma, las algas y las larvas. Enfría la temperatura del agua y le devuelve el color y aroma originales. Renueva el oxígeno y purifica. ¡Ojalá! Huelo aires de cambio. Deseo con anhelo que se presenten aguas nuevas en mi vida. Lo deseo para Uds también. La comodidad lleva al estancamiento; y el estancamiento, al vicio y la contaminación. Inquietemos un poco la postura del bienestar conocido y veamos a ver qué pasa. Busquemos horizontes diferentes dónde las aguas sean retos y nos obliguen a renovarnos. Seguramente será incómodo al principio. Pero sin desafíos, ni audacia ni determinación, la transformación de una vida relevante a la de un cobarde fitoplancton, es casi inevitable.

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