52. HIBERMACIÓN DOMINICAL

Cae el sol del domingo, y a mí se me cierra el telón. Cómo si se tratara del último atardecer, encerrada en la torre, viéndome convertida para siempre en sapo porque nadie vino a besarme. Me pasó toda la vida, se trata de un trastorno que nunca pude dominar. Es mucho más fuerte que yo. Las tardecitas de los domingos me pesan. Así como en las tardecitas de los viernes soy una excitada, los domingos me desanimo. Por lo general me quedo sentada con la mirada fija en algo. Serena y apaciguada, doy la sensación de estar hibernando. Pero en mi cabeza, hay fuegos de artificio. Se enciende la agenda electro-encefálica y se apodera (cuando no abusa) de mi energía. “Mañana, el gordito tiene la prueba de catequesis… que cosa, como se traba en “confirmación”, si escribe “consagración” lo mato… Y buehhh, el mayor ya es grande. Si se olvidó la agenda que se jorobe, que le pongan un uno… total, parece que podemos tirar manteca al techo con las notas… lo quiero ver levantar ESE uno… Ahhh, me tengo que dar la antitetánica. El martes... tengo que buscar a los chicos y no me puedo olvidar de llamar el tipo de la mudanza. Cierto, ¡necesito más cajas! Entonces, salgo del trabajo y paso por el super. El martes tendría que pasar por la peluquería, esto así no va más. Los chicos también… ¡que horror! Esos pelos. Si cenamos rápido, les corto el pelo yo. Total, para lo que se peinan… Y el miércoles, la consulta con el médico. Eso me tiene loca. Tendría que ubicar a los chicos porque no voy a poder buscarlos por el cole… Uyyy, el auto, otra cosa más. Para mí tengo que internarlo en un taller, ese ruidito es patológico… ay, se me acalambró el pie”. Mi marido ya me conoce. No interrumpe este proceso semanal porque el cortocircuito puede provocar chispazos. Me deja abstraerme del mundo. La disminución general de mis funciones metabólicas son la adaptación que necesito para sobrellevar las condiciones extremas de (lo que considero) son semanas agitadas. No puedo imaginarme lo que serán los domingos para Christine Lagarde…

#Miceláneo #Descanso