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46. MADRES

  • Pajas Bravas
  • 13 abr 2014
  • 2 Min. de lectura

El niñito llora y el papá desesperado, como si tuviera la exclusividad del llanto a través de auriculares, pregunta: “Gorda, ¿por qué lloraaaa?”. Para no acuchillarlo, dejas que pasen diez segundos. Te dan ganas de contestarle: “Pará que le pregunto”, en cambio, en el lapso que te tomaría respirar tres veces, tomás aire como para llenar una piñata… Inevitablemente comienzan los consejos. “Hambre o sueño” dicen a tu derecha. “Está constipado y rompiendo encías...”, hipótesis nuevas hacia tu izquierda. Tu madre dice que un baño lo reconfortaría, pero tu suegra sugiere Factor AG para los gasesitos. El pediatra le hubiera dado ibuprofeno para calmarlo contradiciendo los globulitos del homeópata. Y mientras tanto, para ese chiquito que tanto llora, vos sos su universo. Tomás al buey por las astas. Levantas al crío y lo hamacas bien cerquita de tu boca mientras le cantas suave con paciencia y amor. Era todo lo que necesitaba y vos lo sabías. Crecen tus hijos y las interferencias obstruyen la formación que supones, pero ahora dudas, es la mejor para ellos. Otras madres opinan, amigas, tu familia, la televisión, libros acerca de cómo criar hijos, todo bombardea. Hay tanta información que por momentos te hacen sentir que está en tela de juicio tu facultad de madre. Los chicos se portan mal y en el Colegio te dicen que es falta de límites pero la psicóloga te pide que seas más condescendiente. Es un excelente tenista y disfruta mucho de su tiempo a solas, pero te aconsejan que haga un deporte en equipo para que logre trabajar en grupo. Sale un artículo acerca del sedentarismo y todo lo malo relacionado a las redes sociales, pero todos sus amigos tienen acceso a ellas. Estoy completamente a favor de pedir auxilio en los momentos de desborde, yo lo he pedido infinidad de veces. Escuchar consejos y sugerencias de otros que te aman y ponerlos en práctica, requiere de sabiduría y humildad. Juntarte con personas que hubieran transitado por un camino similar, te ayuda a visualizar atajos. Sin dudas, esto te favorece a vos y a tus hijos. Pero sobre todas estas cosas, creo fuertemente en tu capacidad sobre el resto. Vos sos la mamá de estos chiquitos, los viste nacer, conoces sus habilidades y sus cerrazones, entendiste sus necesidades con solo escuchar sus llantos. Nadie conoce a la tropilla tanto como el arriero. Él sabe cuánto puede esperar de ellos, cuando es momento de aflojar y cuando es momento de una palmadita en el cogote. ¡Nosotras también! Conocemos las circunstancias vividas, las internas familiares, los genes heredados y las mañas, los valores que son importantes en ésta determinada familia que nada tienen que ver con los valores de otra. Nosotras conocemos a nuestros hijos, sus debilidades y sus fortalezas. Con todo este conocimiento, con nuestro instinto maternal y sobre todo, con sentido común, estoy convencida que estamos listas para tomar las riendas de la educación de nuestros hijos, eligiendo lo que es mejor para ellos. Somos sus madres, que nadie nos haga dudar de eso.

 
 
 

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¿Quién está detrás de
Pajas Bravas? 

Me llamo Valy. Desafortunada en el juego, tengo toda mi fortuna en casa. Soy mamá de tres varones y de una mariposa que voló hace cinco años. Atrapada en un duelo durísimo, encontré la salida a través de Pajas Bravas, el rincón que me liberó y desde donde hoy simplemente escribo...

 

Y justo, cuando la oruga pensó que era el final, se convirtió en mariposa

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