44. MIS FECHAS CHERNOBYL

Creía que el camino de la vida era una recta con salida en la primera respiración y llegada en la última. Pero las fechas de mi espiralada vida encurvaron el camino y lo convirtieron en una pista de atletismo de 365 metros con vallas en abril y septiembre. Las fechas movilizan y traen recuerdos. Pueden portarse como desastres naturales. Sismos mentales con placas de subducción cardíacos que aprietan el pecho y maremotos oculares. En algunos casos, cuando las fechas conmemoran el aniversario o cumpleaños de seres que amamos y que ya no están, son devastaciones nucleares. Pero pasan y todo vuelve a la normalidad. Te dejan agotada, con síntomas de radiación, con la sensación de querer dormir profundamente por semanas. Y así como llegaron, se van. Las aguas se aquietan, el sol sale y las aves vuelan. Alrededor de la fecha cataclísmica que tuve ayer recibí tantas demostraciones de amor que terminé sintiéndome la más afortunada. Tantas almas lindas acompañándome en misa, tantos mensajes de afecto de amigos, la cena en familia y comentarios cariñosos en Pajas Bravas de gente que no me conoce, que no tengo más que palabras de agradecimiento. Me siento en la obligación de retribuirles la palmadita en el hombro. Neutralizaron mi fecha Chernóbil. Dicen que dar es mejor que recibir. Entonces, si les cuento lo gratificante que fue tenerlos a todos del otro lado y haber recibido tanto aliento, se pueden sentir orgullosos… más que orgullosos, fueron pilares. Sepan que funcionaron como una red de contención. ¡Se los agradezco mucho! El tiempo y todo este amor que me rodea transformaron la tempestad en llovizna. Tal vez el camino de mi vida logre enderezarse y pueda caminarlo tal cual me lo imaginaba.

#Reflexión #Personal