39. YO (SEGÚN MIS HIJOS)
- Pajas Bravas
- 28 mar 2014
- 2 Min. de lectura
Una pequeña reflexión para este fin de semana pediátrico. Cuando aparecen mis tesoritos con sus planteos comparativos (cuando no superlativos), soy de las que opinan que hay que bajarles las aspiraciones con mucho amor. ¿Cuándo vamos a tener la playstation? Pipe tiene la PS4 ¿Dónde vamos de vacaciones? No queremos ir de nuevo a Córdoba. ¿Por qué no voy a poder ir al cole en bici? Todos mis amigos pueden. ¿Podemos ir al baño de Carlitos? Su mamá compra Glade... y yo con todo el amor que me sale en ese momento les digo siempre lo mismo: “Gordito, ¡vos confiá en mi! Yo estoy haciendo de vos, un gran hombre”. Les exijo como si fueran empleados, pero los recompenso como militantes. La franela es suave si se pasa con delicadeza, pero yo no quiero quitarles el polvo simplemente. Quiero pulirlos hasta sacar el auténtico brillo que llevan dentro. Es entonces que la franela pasa de mansa y flexible a rígida e irritable. Esa soy yo. Un auto se vuelve mucho más virtuoso si se le agregan accesorios. Creo lo mismo de mis chiquitos. Las cadenas para el hielo y las psicopedagogas, las luces antiniebla y la espinaca, el censor de estacionamiento y las vacunas, los airbags y las frustraciones. Llega el momento del service, los llevo al pediatra; le exijo al auto aceleración para rebasar un camión, demando estudio y colaboración en casa para distinguirse en la vida. La situación no va a cambiar, por más pataleta que ensayen. Hasta la mayoría de edad serán mis hijos, luego pasarán a ser posesión de la vida, pero yo seré su madre hasta la eternidad (mal que les pese). Contra esto no hay discusión. Es lo que hay. Lo que toca, toca… la suerte es loca.
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