35. RÓTULOS
- Pajas Bravas
- 19 mar 2014
- 2 Min. de lectura
Hace tiempo que ando buscando un libro que me encantó. Fue un bálsamo en mi vida, hablaba de esperanza e ilusión. Ese libro me llenó de confianza, le dio sentido a mi vida. Por algún motivo, no lo encuentro. Su desaparición me resulta sumamente sospechosa. Soy muy meticulosa. Los ordeno minuciosamente por tema, todos ubicados en estantes, cada uno con su etiqueta blanca correspondiente. Para mí el contenido del libro define el todo. Conociendo su temática, todo lo demás sobra. Por eso, la importancia de un sistema de clasificación sensato. Y éste libro que no aparece, che. ¡Qué raro! Estoy segura que debí ponerlo junto con todos los de su misma categoría. Un libro donde los últimos capítulos eran intensamente optimistas, con un final enérgico. Tendría que estar entre los libros que son un canto a la vida, pero por algún motivo, no está. Recuerdo perfectamente el día que decidí comprarlo. Yo estaba sumida en la más cruda depresión. Me lo recomendaron diciendo que era un buen libro de autoayuda. Los primeros capítulos se me hicieron largos y aburridos. Parecía que las hojas se dilataban y expandían, se eternizaba. Al principio no me sedujo en lo más mínimo, no lograba captar mi atención. Lejos de fascinarme, fue el libro que más demoré en terminar. Ahora que lo pienso, yo rotulé ese libro como aburrido y tedioso. No le di tiempo a que madure y que resplandezca. Me apresuré en tildarlo de lúgubre. Lo guardé en el estante de libros repelentes. Y como todos esos ejemplares ocupaban lugar, se llenaban de polvo y no brillaban, un buen día los deseché. Esto mismo estaba haciendo con mis hijos. A uno lo había ubicado en el estante de los parcos, y al otro en el de atolondrados. Estaba cometiendo el error de etiquetarlos hoy que aún son niños, bisoños, aprendices en plena campaña. ¡Cuánta imprudencia de mi parte! Una elección precipitada que los ubicaría en un estante de manera perpetua. Inmediatamente les quité los rótulos y los dejé libres entre los inclasificables. Ellos son únicos, frescos, espontáneos y merecen ser ellos mismos quienes se auto definan en el estante que mejor los narre.
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