33. MI ENVASE

Es de noche y estoy lista para salir. Estoy para el infarto. El baño y el planchado del pelo fueron tarea sencilla si lo comparo con la ardua misión de insertar mis piernas en estos costos conductos rígidos, nada dilatables, ultra finas, sin punteras, llamadas medias reductoras. Terrible fue ascender con ellas y notar que no me dejé margen para cubrir los glúteos. Con el soutien push up bustos reafirmantes con relleno inflable a punto de explotar y toda vestida de negro para disimular el derrame de piel (si puedo llamar a todo eso: "piel") que desborda del prensado par de medias, estoy casi lista. Faltan las plataformas que me levantan diez centímetros y el maquillaje. Los ojos los trabajé con dedicación, escondí las ojeras, alargué las pestañas e iluminé la mirada. Realcé labios y pómulos. Ahhh, ¡guapísima! La noche me sienta de maravilla. La fiesta terminó. Game over. Llego a casa rengueando, con las plataformas en la mano y con el único deseo de sacarme todo este encofrado. Me quito el vestido y me quedo mirando el espejo, la ficción está a punto de terminar. Aquí estoy, midiendo diez centímetros menos y con las lolas escurriéndose por debajo del corpiño coraza. Los pliegues de distintas membranas (porque no estoy muy segura de que sean solamente piel) rebasando el límite impuesto por el estrujamiento de las medias, que me causaron hipoventilación por horas, no colaboran con este patético óleo. Me libero de éste montaje y lleno mis pulmones por primera vez en la noche. Los órganos vuelven a su lugar. La pancita se queja. Confirmo una vez más que no tengo lolas. Me impaciento con el desmaquillante y me queda una sombra oscura alrededor de los ojos que me devuelve el aspecto fresco de un zombie. ¡Aterradora por donde se me mire! Pero hoy es viernes, y como éste, habrá muchos más. Me volveré a emperifollar y volveré a encandilar la noche. Tengo claro que este estuche que llevo conmigo, el que carece de curvas y que acopia nutridas cantidades de piel (o membranas), es la envoltura perfecta que cubre y protege a ésta persona que soy. Por eso, ¡gracias cuerpo querido! Te debo una.

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