19. CAROLA
- Pajas Bravas
- 10 feb 2014
- 4 Min. de lectura

Ahora que aclaré mi cabeza y entendí lo que realmente quise decir en el post anterior, el de los NOMBRES, quisiera volcarlo antes que vuelva a disiparse. Pero no sin antes pedir una pequeña disculpa por ser tan reiterativa con el tema de la ausencia física de mi hija. Aunque intente no volverme repetitiva, reincido y caigo siempre en sus brazos. Supongo que a Nando Parrado le pasará lo mismo con los Andes y algún sobreviviente del Titanic hablará de barcos y desgracias náuticas, que sé yo… De todas maneras, lo que quise resaltar de aquellos nombres que no sobresalen del resto, es que se graban a fuego en quienes los amaron y viven mientras los sigan recordando. Inmediatamente después de la partida de Carola, cuando la idea de no volver a ver su carita era un hecho que tenía que aceptar muy a mi pesar, la siguiente sensación que me dominó fue el temor al olvido. En el entierro, cuando la cubrieron, me enfrié, temblé y exterioricé el terror de que la enterraran por completo. Quería que su imagen permaneciera en cada uno de los que la habían conocido. Lo primero que hice cuando llegué a casa fue dar vuelta el canasto de la ropa sucia y quedarme con su ropita usada. Tengo su sweater y su pantalón en mi mesita de luz. Escarbé en la sillita del auto buscando algún pelo, y lo encontré. Tuve que tomar el doble de dosis de un medicamento para cortar la leche porque seguía produciendo, no quería cortar el lazo. Mandé un mail a todos mis contactos pidiendo que me enviaran todas las fotos que pudieran tener de ella. La busqué en todas las filmaciones y me enojé por no haberla filmado más. Me junté con todas aquellas personas que habían venido a casa o al Hospital para que me contaran qué era lo que recordaban de mi Panchita, alguna anécdota, algún gritito que me estuviera olvidando. Me memoricé su número de historia clínica y su D.N.I. Estaba obsesionada por absorberla, quería fusionarme con ella y no abandonarla. Todavía llevo en mi billetera la última receta médica de Topiramato que nunca compré y en mi cartera el sobre con el resultado de laboratorio. Y mi miedo se expandió. No quería que nadie la olvidara. Su carita, sus enormes ojos azules, su fecha de cumpleaños, su NOMBRE. En los meses que vivió, requirió mucho cuidado e internaciones y esto redujo enormemente la cantidad de gente que la visitaba y sostenía en brazos. Otros no tuvieron la oportunidad de conocerla siquiera. Y, los días posteriores a su partida, rara vez hablaban de ella por miedo a que yo comenzara a llorar. Esto empeoraba mi pánico. Yo quería hablar de ella, quería llorar por ella, quería decir y escuchar su nombre. Carola es un nombre tan lindo, tan dulce. Ella lo hace más dulce aún. Referirme a ella se había transformado en una misión. Al verdulero, al dentista, a la señora que cruza la calle, cualquier ser humano clasificaba de oyente. Carola es mi tercera hija en línea sucesoria. Esto no significa que no entienda cuando mi marido se refiere a Benjamín como el tercero, pero para mí es el cuarto. Se trata de lo mismo, es ese miedo que tuve/tengo de que, justamente por haber transitado una vida corta y tan llena de sobresaltos, olviden su nombre. ¿Será patológico? No creo. Hay aceptación, entiendo la realidad. Carola no está presente físicamente. La dejé ir como me insinuaban al principio, me sugirieron más tarde, y al final me advertían y reprendían. Pero nunca pude soltarle la mano. Me la imagino mariposa. Logró salir de ese cuerpo que la tenía adormecida y voló libre. Y, como no molesto a nadie con mis desequilibrios, me lleno la vida y la casa de mariposas en todo cuanto se pueda. Porque de a poco voy entendiendo, que a Carola no la olvidan los que la quisieron. Y está presente en mis oraciones, en el Champagne Chandon Rosé con el que brindo siempre en su nombre, en la mariposa monarca que vuela en mi jardín, en sus juguetes Lamaze que mi mamá tiene abrochados en su cama y en la palanca de cambios de su auto, en la torta de maracuyá de navidad de Vani, en cada detalle que me regala mi amiga de ojos claros, en los mails y mensajes de mis amigas para su cumpleaños (MADF, QCPH, MMZ, MBL, VMR, LAP, MDC, XA, JFAC, FEH, GSV, JGT, JMO, MOH, MSL, MP: “Gracias”!), en el coro de las madres peregrinas, en Ricardo Festino, en Screenplaying de Mark Knopfler, en los Pochat, puff, en infinidad de momentos. Como dije en el final del post anterior: "... si estos nombres se conservan con amor en el recuerdo de la vida de quienes los preceden, esos nombres valieron cada existencia." Tu nombre, Carola, vive en mis recuerdos. Suficiente para mí. EN MI RECUERDO Canción de Los Chalchaleros Una canción para ti será siempre mi eterna razón porque te llevo muy dentro de mí aunque lejana estarás. Una canción para ti y el silencio de mi corazón son el secreto que tengo con vos sólo los dos nada más. En mi recuerdo se queda en mi vida por ellos suba a florecer un día para volver a soñarte y así entregarte toda el alma mía porque serás mi canción vivirás para siempre dentro de mi corazón. Sé que la vida nos dio dos distintos senderos de luz pero qué importa si puedo soñar toda la vida con vos. Recuerda siempre que fue mi más grande regalo de amor desandaré por la vida sin ti pero olvidarte jamás.








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