17. EL TAMAÑO JUSTO
- Pajas Bravas
- 5 feb 2014
- 1 Min. de lectura
Todo lo exquisito viene siempre en ese frasco diminuto. Mirándolo, aparenta escases. Uno siente que se queda con ganas de más. Aparece una sensación de exigüidad, de insuficiencia, nos consideramos estafados. Ahora, ese frasco es pequeño porque tiene razón de serlo. Detengámonos en sus facciones. Es de cristal, tallado a mano, es de una belleza descomunal, es perfecto. Se mantiene chiquito porque fue pensado así. Para entender su encanto hay que detenerse en los detalles y valorarlos. Cuanto más lo apreciamos, más espléndido se vuelve. Si fuera más grande perdería su embrujo. Se volvería menos atractivo, menos refinado. Sus detalles serían más burdos, sus aristas más ásperas. Lograr la misma perfección sería tarea titánica. Colmarlo costaría más esfuerzo y beberlo por completo, empalagaría. Así son las vacaciones. No son escasas ni cortas, son justas. Perderían su magia si se desplegaran haraganas en el tiempo. Creo que ser consientes en todo momento de la proximidad de su desenlace, hace que cada hora sea intensamente encantadora. Las montañas no pasan inadvertidas, no nos olvidamos las cañas ni las patas de rana, no dejamos pasar la ola, no nos perdemos ni una cabalgata, no desperdiciamos ni una siesta ni un mate, no nos vamos a dormir indiferentes. Aunque me cueste admitirlo, porque me costó mucho despedirme de la playa, ya entré en ritmo y ahora miro hacia adelante planeando el tallado de mi próximo frasco. Será otro envase perfecto.
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