7. EL NIÑO
- Pajas Bravas
- 29 dic 2013
- 2 Min. de lectura
Trato de hacer empatía borrando las miles de imágenes que desde chiquita me quisieron imponer. Veo una mujer envuelta en túnicas al parir. La veo agotada, con los dolores en la zona baja del abdomen, con una extraña mezcla de certidumbre con pánico de primeriza. Sin habitación, sin pronóstico alguno, sin peridural, andando por huellas desparejas. Puedo percibir su desesperación, las puertas que se cierran en su cara. Todo es tan raro. Qué manera más vertiginosamente austera de recibir al Hijo del Altísimo. El ángel había anunciado que su reino no tendría fin. Y llega el niño. Huelo el heno, la hierba y la bosta. El niño está envuelto en pañales. No lo veo postrado sobre el forraje sino en los tiernos brazos de su madre. Es un bebito hermoso, lleno de vida. Es el milagro de la concepción, el gozo de la virgen madre y de su padre terrenal, ese niño es el regalo de Dios para la humanidad, es la promesa del perdón y la vida eterna, es el inicio de mi fe. No puedo saberlo, pero imagino que aún no es conoce su destino. Creo que no sabe que lleva en sus hombros el peso de una tarea irrealizable para cualquiera. Tiene por delante una vida de obediencia y humildad, de disciplina, ayuno y sufrimiento. Ese bebito nace de nuevo cada año. A veces, entre los regalos, el vitel tone y los gorditos vestidos en rojo y blanco, no lo vemos nacer. A mí me gusta mucho la magia navideña, me encantan los brindis, los renos, los pinos y las botas. Pero si por un minuto miro dentro de los harapos a ese bebito, su fragilidad y su ternura, su esfuerzo y su bravura, todo lo otro carece de sentido. ¡Feliz Navidad para todos Uds!
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