4. DE PROFESIÓN: EXPERTO
- Pajas Bravas
- 25 dic 2013
- 2 Min. de lectura
Me resulta tan gracioso la manera en que los seres humanos nos volvemos “profesionales” o “expertos” por el tiempo que dura la necesidad puntual. Al ferretero le exijo: “Nooo, prefiero que el compresor del disco oscilante sea Sanden Harrison porque si mi aire acondicionado vuelve a fallar, consigo los pies de biela en cualquier ferretería”. Y el tipo no objeta porque está frente a un experto. De golpe, miro la enorme flor de un Hibiscus y sé perfectamente que estoy frente a una “perfect flower” porque tiene stamen y pistil. Y lo más llamativo de todo, es con la velocidad con la que nos doctoramos. Porque la prueba de Science de mi hijo de 5° grado es HOY, y remontándome tan lejano en el tiempo como hasta AYER sabía tanto de flores como de indios sioux. Pero, mientras le explicaba la materia a Juancho, he llegado a recriminarle: “Ay Juancho por favor, pensá! STIGMA y STYLE, SSSSSTIGMA y SSSSSTYLE… dónde vez un ANTHER en este PISTIL… por favor, Juan!” De anticonvulsivantes podía dar cátedra en Yale. Le reclamaba al neurólogo que le bajara la dosis de ácido valpróico porque la adormecía, y me parecía más acertado subirle la de levetiracetam. Hubo mil momentos en los que me pasé sus 10 mil años de estudio por el traste y me convertí en referente de medicina. Me tomaba mi tiempo en pronunciar “Megacisterna magna” y percibir las notas de cata en la cara de los especialistas que repetían religiosamente el mismo ademán: fruncir el ceño con un leve – casi imperceptible movimiento de cabeza certificando mi competencia, acomodarse los anteojos con el índice y transcribir la anomalía que, de manera absolutamente idónea, le acababa de diagnosticar. Y una vez más, como quién pide miñoncitos, hablo de la ley de medios e intercalo cada vez que la frase lo amerita, “hay que ver qué pasa en lo contencioso administrativo”. Por supuesto, no hice otra cosa que repetir a Paluch. Peeero, alego que no soy ninguna caída del catre. Y así, uno se la pasa capacitándose toda la vida en tantas materias como necesidades surjan.
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